Ovacionado antes de que abriera la boca, Joaquín Sabina se convirtió en el imán de atracción del panel sobre “Poesía y diversidad cultural” que le tocó en suerte presidir al secretario de la Academia Argentina de Letras, Rafael Oteriño y que coordinó María Negroni.La devoción que genera el trovador español generó un clima especial y cálido que recorrió el recinto del Libertador y envolvió a los expositores y que hizo que Oteriño pudiera manifestar , en la clausura, su satisfacción por haber desarrollado el temario “con felicidad y gratitud”.

En homenaje a su fama, Sabina dijo que entre tantos eruditos se sentía un impostor, para advertir , a continuación, que “siempre me ha gustado ir a fiestas a las que no me han invitado”. Después optó por una estudiada combinación de poemas y canciones para difundir su biografía .

Arrancó por su adolescencia en Ubeda, recordó a la primera vecina que lo deslumbró “una rubia de bote, que suspiraba por un idiota moreno / que tenía una bici de carreras y jugaba al baloncesto/sólo se me ocurrían tres maneras de atraer su atención: triunfar en el toreo, atracar un banco o suicidarme…lo malo es que las tres exigían un valor que yo no tenía”.

Y continuó apelando a la poesía para decir , que a esa altura, “sólo tenía una guitarra desafinada/ y un plano del paraíso que resultó ser falso/ y la vida previsible y anodina/ como una tarde de lluvia en blanco y negro/pero en la pantalla del Ideal Cinema, cuando no daban una de romanos / el viento de Manhattan le subía la falda a Marilyn y era domingo y no había clases y los niños de provincia soñábamos despiertos y en technicolor/ con pájaros que volaban y se comían el mundo”.

El autor de “Lo niego todo” desgranó otros retazos de su historia y recordó que sus canciones “quieren ser un mapamundi del deseo/un inventario de la duda / 7 crisantemos con espinas/ y cuando las cartas vienen malas/y los dioses se ponen intratables y los hoteles no son dulces/ y todas las calles se llaman Melancolía/ todavía fantaseo con desvalijar sucursales del Banesto/ o con probar mi suerte a la ruleta rusa / pero ahora, en lugar de escribirle una carta póstuma o de ahorrar para una Smith and Wesson del especial/escribo la canción de las noches perdidas/ para vengarme de tantas tardes de lluvia en blanco y negro/ de tantos hombres de traje gris/ de tantas rubias de bote que se van con el idiota moreno que juega al baloncesto/ de tantas bocas adorables que nunca fueron mías/ que nunca serán mías”.

En ese tramo de la ponencia , el público estaba rendido a sus palabras , y quería seguir escuchando cualquiera de esas “canciones recién salidas del horno” que Sabina dijo que forman la parte más importante de su capital, y que “me tienen orgulloso como un padre primerizo que babea” .Devoto de los juegos de palabra y los relatos circulares, cerró afirmando que “de cuando en cuando una rubia de bote me tira un beso desde el público, aprovechando un despiste de su novio/ ese idiota moreno que juega al baloncesto”, una conducta que describe mejor que ninguna el ascenso que ha experimentado aquel adolescente de Ubeda.

Antes que Sabina, Oteriño defendió la poesía al señalar que entre sus propósitos se encuentran los de “ampliar el campo de lo real y cosechar sentidos” y “cuando los caminos de la razón se cierran , allí esta ella”. María Negroni le sumó la condición de “antídoto contra todo discurso autoritario”.

El dominicano José Mármol sostuvo que “la poesía es el lenguaje literario por excelencia “ y “expresa la riqueza de la lengua” además de constituirse “en una poderosa herramienta de comunicación”. Según el experto “el acto poético no es ajeno al sistema económico” y le atribuyó al neoliberalismo la intención de “someter al sujeto no sólo a la precariedad material sino también existencial”.

Escritora joven de presencia permanente en las redes sociales, la española Elvira Sastre afirmó que “más que diversa, la poesía es universal” y “es un género basado en la libertad”. La autora de “Días sin ti” y “Cuarenta y tres maneras de soltarse el pelo” habló de las posibilidades infinitas de difusión que ofrece internet y dijo que con Twitter, Facebook e Instagram toda su creación llega a los más diversos rincones y a países en lo que todavía sus libros no se han publicado.

El santafesino Carlos Schilling, editor de La Voz del Interior optó por explicar sus convicciones acerca del tema del panel apelando a la obra de María Calviño, María del Carmen Marengo y Elisa Molina, tres autoras contemporáneas que publican en Córdoba, y a las que une su condición de “poetas de sentido”.

Los poemas que Joaquín Sabina empleó para relatar su historia hizo que, una vez concluidas las distintas ponencias, la coordinadora invitara a los expositores a leer algo de su producción. Elvira Sastre eligió difundir un poema inédito y arrancó aplausos y vivas del público.

“Somos mujeres/miramos/somos la luz de nuestra propia sombra/ nosotras no nos defendemos/nosotras luchamos/somos una espalda torcida/ somos las únicas capaces de enseñarle a un pájaro a volar”

“Miradnos/ un mundo sin mujeres no es más que un mundo vacío y a oscuras/ y estamos aquí para despertarnos y encender la mecha”.