*Por Jorge Joury

Si hay costado débil por donde a María Eugenia Vidal le lastiman las críticas de la oposición, es la salud. De La Plata a Moreno, casi de punta a punta del conurbano, atenderse en un hospital público representa un verdadero vía crucIs. En la profunda mirada de la Asociación Sindical de Profesionales de la Salud (Cicop), "la mayoría de los nosocomios están colapsados por la falta de profesionales, carencia de camas, insumos y presentan estructuras envejecidas que se caen a pedazos". Los trabajadores del sector vienen alertando desde hace tiempo sobre las dificultades que tienen que sortear, y a tres años de gestión de Vidal, volvieron a la carga para denunciar que ahora se destina el 5,5% del presupuesto asignado a la salud pública. Resaltan que es "el más bajo en la historia de la provincia”. Así lo ratifica, el secretario general del gremio y trabajador del Hospital San Martín de La Plata, el médico Pablo Maciel. “Todo esto se da en el contexto de un ajuste presupuestario implacable sobre la salud pública”.

En ese marco, los Servicios de Emergencia son los mayores perjudicados por la falta de personal. Además, desde las organizaciones gremiales se señala que "nos vemos en la obligación de denunciar las pésimas condiciones edilicias en que se encuentran muchos hospitales de la provincia. Un ejemplo concreto del abandono son el Lucio Melendez de Adrogué, el Hospital Eva Perón (ex Castex) de San Martín y el Hospital Evita de Lanús, que en su servicio de guardia pediátrica no tiene un solo baño para los pacientes y familiares”.

LOS SALARIOS POR EL PISO
En el enjambre de críticas, se resalta que la provincia paga salarios por debajo de la canasta básica familiar a los profesionales de la salud ingresantes a planta. Esta situación se ve agravada en los Servicios de Urgencias: los montos de los reemplazos son entre un 50 a un 100% inferior a lo que paga la Ciudad de Buenos Aires o en las clínicas privadas.

Además, Maciel cargó contra el avance de la privatización y tercerización de distintas áreas de los hospitales públicos. “Los generadores y ascensores, por ejemplo, dependen de empresas privadas cuyo único objetivo es el lucro. El gobierno provincial no se hace cargo de aspectos fundamentales para la buena atención. La combinación de ajuste y privatización es nefasta para la salud de los bonaerenses”, señaló.

PREOCUPA UNA OLA DE SINIESTROS
Lo que les llama la atención a los sindicalistas, es la multiplicidad de siniestros que ocurrieron en el último tiempo, como incendios, inundaciones, y hasta cortes de luz en el medio de operaciones. También hay que decir que, el proceso de vaciamiento del sistema de salud se profundiza, con la falta de nombramientos, servicios cerrados, y escasez de insumos claves por parte de un Ministerio de la Nación, que pasó a ser Secretaría y busca provincializar la salud.

Los trabajadores ponen como ejemplo que sólo en el mes de enero el Hospital Interzonal de Agudos San Martín de La Plata sufrió dos cortes de luz. Los dardos apuntan a los grupos electrógenos, tercerizados por el gobierno de María Eugenia Vidal, que volvieron a fallar, y las tres horas sin energía del segundo corte, en la madrugada del 23 de enero, resultaron críticas para sectores como neonatología. En esas circunstancias, numerosos médicos llegaban de sus casas para evitar el traslado de 23 bebés en incubadoras, bombeándoles oxígeno de manera manual.

Una semana después, una parte del cielorraso se desplomó en un sector de consultorios. No hubo heridos porque estaban sin uso por la merma de la demanda en verano. Pablo Maciel aseveró: "El presupuesto 2019 es el más bajo de la historia de la provincia y ya empezó a traernos problemas".
También en La Plata hay otro delicado antecedente, cuando a mediados del año pasado, los profesionales del Hospital de Niños Ludovica debieron continuar una operación con las linternas de sus celulares, por un corte de luz. Según explicaron luego los profesionales, lograron finalizar la cirugía cardiovascular, a tórax abierto, pero sin resolver la patología.

SIN NOMBRAMIENTOS ANTE LA ESCASEZ DE MEDICOS
Para Jorge Yabrowski, de la Federación Sindical de la Federación Sindical de Profesionales de la Salud de la Argentina (Fesprosa), "en Provincia tenemos un déficit presupuestario crónico, que se agrava año a año. En 1994 Salud ocupaba el 10% del presupuesto total, y hoy es sólo del 5,3%". El dirigente coincide en la "crisis de nombramientos" y escasez de médicos, como en el hospital de Escobar, donde tienen 40 vacantes para pediatría. En el de Moreno renunciaron siete pediatras: "A un profesional de 32 años, que terminó la residencia y quiere entrar ahí, por 36 horas semanales le ofrecen 28 mil en mano. ¿Te parece que va a agarrar?". En la última paritaria quedaron 15 puntos debajo de la inflación.

También las fuentes gremiales le suman al escenario la "crisis de los insumos", en su mayoría dolarizados, con licitaciones atrasadas respecto de la inflación. "En el Hospital Güemes de Haedo, líder en la atención de terapia intensiva y politrauma, no había reactivos elementales como troponina para el infarto, amilaza para la pancreatitis, ni coagulograma para llevar a un paciente al quirófano", denuncia Yabkowski. En la cartelera del Cetrángolo de Vicente López, referencia en patologías respiratorias, apareció hace una semana una hoja A4 anunciando que "por falta de reactivos no se realizan: Coagulograma, Amilasa, CPK, LDH, TGP, GSA, IgE y Calcemia".

CARENCIA DE INSUMOS FUNDAMENTALES
"La falta de insumos es crónica del sistema. En el último año vimos que faltaron tiras reactivas e insulinas para diabéticos, también medicación psiquiátrica y anticonceptivos. Y no tenemos mamógrafo", enumera Silvana Scali, licenciada en Trabajo Social del Hospital Oñativia, en el partido de Almirante Brown.

También hay que dar cuenta que por la pérdida de fuentes de trabajo y ya no poder pagar sus obras sociales, cada vez más personas recurren a los hospitales públicos bonaerenses.

El intendente de Esteban Echeverría, Fernando Gray, denunció que al hospital municipal le llegó una factura de luz de 2 millones de pesos y tuvo que recurrir a la Justicia porque no lo puede pagar.

El jefe comunal señaló que "no está previsto" abonar la boleta con ese importe y argumentó: "Veníamos pagando 15 mil pesos años atrás y era muy bajo la verdad. Después pasamos a 120 mil y luego a 2 millones de pesos". "No hay una explicación lógica y razonable de por qué pasamos de 100 mil a 2 millones de pesos", sostuvo.

En ese sentido, subrayó: "Esto que nos está pasando no lo tenía presupuestado porque nunca me imaginé pagar un mes 2 millones de pesos de energía eléctrica".

En Moreno, en el oeste del Gran Buenos Aires, la radiografía es dramática. El distrito pasó de 287 mil habitantes en los '90, a 452 mil en 2010. Gran parte es clase media y baja, los que más necesitan el sistema público. Pero sigue con un solo hospital, provincial, que está literalmente colapsado. Meses atrás demolieron la guardia para crear una nueva. Por el ajuste frenaron la obra. Hoy los boxes de la guardia funcionan en el sector de los consultorios externos, divididos por cortinas. "Se está trabajando en situaciones complicadas –se lamenta Adriana Montana, trabajadora del centro de salud–, quedó la sala de espera y el resto de los consultorios en un solo peine, donde la gente está hacinada. Y algunos sectores están sin ventilación. Los días de calor son imposibles". Adriana es una de las cuatro integrantes del sector de salud mental, para atender 50 pacientes por día. En La Matanza, apunta Yabkowski, hay sólo mil camas para casi 2 millones de habitantes.

EL EVITA DE LANUS SE CAE A PEDAZOS
"Nos negamos a seguir cayendo". Con esa frase resumen el reclamo los médicos del Hospital Evita de Lanús.
En la madrugada del 5 de septiembre del año pasado se incendió el tablero eléctrico ubicado en el Archivo. En el piso de arriba descansaban médicos de guardia que debieron ser rescatados por personal de mantenimiento. Tras la caída de un paciente y un camillero por el hueco de un ascensor, la Defensoría del Pueblo elevó un pedido de auditoría de infraestructura. Fue rechazado por las autoridades del hospital.

El subsuelo inundado y con agua negra, paredes sucias, malos olores, consultorios destrozados, arreglos mal hechos y mugre por todas partes.
La última lluvia que cayó hizo que el techo de la sala de espera colapsara. Sobre esa pared, un cuadro de Evita con los brazos extendidos, como si intentara frenar un derrumbe mayor. Los restos de yeso y cartón todavía descansan en el piso y los asientos.

Inaugurado en agosto de 1952, un año después de la muerte de Eva María Duarte, el Hospital Interzonal General de Agudos Evita, o simplemente ‘el Evita’, ocupa toda una manzana y tiene su entrada sobre la calle Río de Janeiro N° 1910. El edificio tiene dos mellizos, también construidos en la misma época: el ‘Eva Perón’, en el partido de San Martín, y el Presidente Perón, en Avellaneda. Los tres tienen problemas pero aseguran que ninguno se ve tan mal como el Evita.

El ingreso al policlínico todavía conserva elementos de su época de apogeo. Las paredes revestidas de mármol y el busto dorado de Eva Duarte sobresale en el epicentro del salón.

Pero el impacto inicial de la suntuosa arquitectura de los cincuenta es opacado por pisos emparchados con cemento, lamparones de humedad, carteles con indicaciones impresas en papel A4 o directamente escritos a mano alzada. Un olor fétido, invade el ambiente. Y se observa un reguero de mugre por todos lados.

El Evita tiene unos 1.200 empleados. Por el tamaño y la demanda actual, se calcula que, entre todas las áreas, hay un faltante de personal del 40%. No sólo hacen falta médicos. También gente en limpieza, recepción y seguridad. En enero, por falta de vigilancia, delincuentes ingresaron por la entrada de ambulancias y asaltaron a los pacientes internados y a sus familiares.

Este interzonal de agudos fue pionero en contar con servicio de terapia intensiva en el sistema público. También tuvo una de las primeras salas de neonatología de todo el conurbano. El 30 de octubre de 1960 nació ahí Diego Armando Maradona.

FALTAN MEDICAMENTOS CLAVE
Un profesional del laboratorio que pidió no ser identificado cuenta que en la actualidad faltan insumos de todo tipo, incluso vacunas: “Dicen que no llegan por cuestiones burocráticas, que es porque falta una firma en una carpeta, pero en realidad esto es un recorte solapado. No admiten que hay un ajuste”.

Entre los faltantes está la PPD –la prueba cutánea de derivado proteico purificado–, que sirve para detectar la tuberculosis. Sí, hay casos de tuberculosis.

Hoy los ascensores funcionan, aunque los empleados sugieren no usarlos porque “nunca se sabe cuándo puede pasar algo”. En agosto, un paciente y un camillero sufrieron graves heridas tras caer al vacío; el gremio CICOP denunció que trabajadores se han quedado encerrados; cuando el ascensor está fuera de servicio, los enfermeros tienen que trasladar a los pacientes por las escaleras.

Ningún rincón del Evita desentona. En las escaleras hay restos de comida, envases y hasta pañales usado. Al costado del ingreso de las ambulancias, se ven tiradas cajas plásticas de color rojo que dicen “Peligro biológico. Descartador de agujas y cortopunzantes”.

Los sectores remodelados, con materiales de menor resistencia, están peor que los originales. El moho le ganó a la pintura en varios techos y paredes. En Otorrinolaringología el cielorraso de durlock se vino abajo. En los consultorios externos que pudimos visitar se repite la imagen de techos agujereados.

UN SUBSUELO QUE SE PARECE A UNA LAGUNA
El subsuelo es el sector que peor se ve. No se usa hace veinticinco años porque las filtraciones de las napas lo mantienen inundado de manera permanente. Cuando llueve mucho, el agua mugrienta puede llenarlo todo y rebalsar hasta la planta baja.

El olor del hall de entrada se agudiza al bajar las escaleras hasta volverse nauseabundo. El agua hoy llega hasta el primer escalón inferior, y está tan negra que no se ve el piso. En las paredes hay telarañas y cucarachas. Los mosquitos zumban en el oído y se me posan sobre la mano mientras sostengo el celular para iluminar y sacar fotos. Escombros por todos lados. Se pueden ver las habitaciones derruidas por el agua y el paso del tiempo. Un motor encendido que se encarga de bombear agua negra hacia la calle hace un ruido tenebroso.

Pero el subsuelo no siempre se vio así. Los residuos patológicos, los cuerpos que se dirigen a la morgue e incluso la comida circulaban por esos pasillos bajo tierra hacia todas las áreas del edificio. También funcionó ahí el vestuario de enfermería, hasta que las filtraciones no lo permitieron más. Un rumor que circula entre los trabajadores de la institución dice que durante la última dictadura cívico militar la entrada de una de las habitaciones fue cerrada con cemento y todavía sigue así.

ALBERGUE DE PERSONAS EN SITUACION DE CALLE
En medio de este abandono, los profesionales hacen lo que pueden para mejorar la salud de las cientos de personas que acuden allí todos los días. El problema es que últimamente cada vez son menos.

“No recuerdo época en la que no faltaran recursos en el hospital. Pero en los últimos tres años se ha jubilado mucho personal y no lo reemplazan. Por ejemplo, en el Evita hay un solo alergista. Se tomó vacaciones y no había otro especialista para reemplazarlo”, revelan las fuentes consultadas.

En el sector de guardia las caras son de afección y cansancio. Jorge, un trabajador de 52 años que no cuenta con obra social, tiene una dolencia aguda en la zona derecha de la espalda y hace siete horas que espera que alguien lo vea. “Tengo un dolor en las costillas que no me deja dormir, estoy acá desde las cinco y media de la mañana. Me dicen que espere y que espere, que hay demora, y yo sigo esperando”.

En la zona de internaciones las enfermeras intentan compensar la dejadez del edificio con la amabilidad de quienes saben tratar con personas. El hospital tiene alrededor de doscientas camas. Sin embargo, no todas las habitaciones pueden recibir gente. En algunos casos, porque los baños están clausurados. En otros, porque las camas están rotas.

Pero ahí no sólo duermen pacientes. El hospital es albergue de personas en situación de calle, como una señora mayor con una afección psiquiátrica que hace quince días duerme en un banco a la espera de que alguien la traslade o una pareja que hace meses tiene sus pertenencias a un costado de la entrada. La médica Di Niro cuenta con angustia que son varios los que “vienen a buscar refugio en las escaleras o bajo el techo de la guardia”. Desde la crisis del 2001 no veía nada igual.

LAMENTABLES CONDICIONES DE HIGIENE
El Hospital Oñativia está emplazado en Rafael Calzada, al sur del GBA. Donde las necesidades de la población siempre serán menores a las respuestas. El 17 de diciembre comenzó un incendio en la sala de máquinas (del que aún se desconocen las causas) y se extendió al primer piso, en el que funcionaban sectores críticos como internaciones, terapia y quirófanos. Esa madrugada evacuaron a todos los pacientes, organizando un operativo de emergencia en el hall. "Todo lo realizó el equipo de salud, poniendo el cuerpo. Por eso no hubo heridos. No había un plan de evacuación oficial, podría haber sido mucho peor", alerta Scali. Lo que vino después no fue mucho mejor. Las atenciones empezaron a ser deambulatorias, donde se pudiera. Guardias de contingencia, equipos sin funcionar: "Hasta nos quedamos sin internación después del siniestro".

Además, los trabajadores y las trabajadoras nucleados en la CICOP Seccional Fiorito de Avellaneda alertaron que “las condiciones de higiene y seguridad en el Fiorito siguen en caída libre con contenedores de residuos desbordados en el estacionamiento y bolsas de basura apiladas en áreas de libre circulación”.

“Todo esto agravado por las temperaturas estivales que generan el ambiente propicio para la aparición de ratas y otras alimañas nocivas para la salud de los trabajadores, pacientes y vecinos”, añadieron.

Con respecto a la seguridad, manifestaron que “sigue en el debe de las tareas que la Dirección se comprometió a resolver. Es ostensible la falta de cuidadores hospitalarios, que hace imposible garantizar el control de ingreso y las rondas periódicas, con un triage de funcionamiento errático y deficiente”.

REDUCIDO A SALA DE PRIMEROS AUXILIOS
Entre otras cuestiones, fustigaron que “en el último tiempo, nuevos problemas se sumaron como la ausencia de operatividad de Radiología, Ecografía y Laboratorio, excepto para las guardias, reduciendo a este Hospital Interzonal de Agudos a una "sala de primeros auxilios".
Por otra parte, precisaron que el recorte se siente “en el servicio de Diagnóstico por Imágenes donde se encuentran vencidas las licitaciones de los reactivos”.

Sostuvieron, asimismo, que las problemáticas edilicias son destacables e hicieron referencia a la caducidad de la licitación en el mantenimiento de ascensores. La misma, complica el trabajo de áreas, como Quirófano y Endoscopia, a las que el paciente no puede acceder de otro modo.
El presidente de CICOP del Hospital Fiorito, Aníbal Aristizábal, señaló que “el verano trajo un nuevo inconveniente: Los aires acondicionados centrales se encuentran en falla en el sector de consultorios externos, en la sala de clínica médica y en el shock room de guardia. Dicha situación obstaculiza la atención digna a la comunidad y quebranta el derecho a trabajar en condiciones adecuadas”.

“Esta realidad nos explota en la cara. Instamos a los directivos del Hospital a cumplir plenamente con las resoluciones del Ministerio de Salud, que emanan de acuerdos paritarios, y dé funcionamiento a los Comités Mixtos de Higiene y Seguridad y al Consejo Asesor Técnico Administrativo (CATA), asegurando la presencia de los gremios en pos del dialogo fluido que necesitamos para poder solucionar las eternas deficiencias”, concluyó Aristizábal.

*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información, graduado en la Universidad Nacional de La Plata . Su correo electrónico es jorgejoury@gmail.com.