El “voto ombligo” expresa el sentir de una significativa franja de la población y no es difícil de detectar a sus dueños: Son quienes se inclinan por tal o cual candidato según sus bolsillos, su ecosistema, sus intereses; quienes giran sobre su propio eje y definen si las cosas van bien o merecen ser cambiadas. Cero preocupación por el conjunto, cero espíritu solidario, cero observación del bosque porque todas sus energías focalizan en el árbol de enfrente. Pues en el macrismo creen que podrán sumar como clientes a los habitantes de este terreno.

Qué mezquinos y de bajo vuelo son quienes se miran sólo el ombligo para votar, pero se sabe que forman parte de un estereotipo que fastidia pero es minoritario en el país. Más, menos minoritario, de todos modos, el oficialismo sabe que este tipo de personas tienen perfiles semejantes a los seguidores de Mauricio Macri.

Principalmente las grandes ciudades concentran a ciudadanos de mirada corta y sobre estos es que trabaja un sector gubernamental, apostando a que las inminentes PASO sean en todo caso una prueba piloto; la búsqueda profunda será en los meses previos a la contienda final que será en octubre, según trascendió del laboratorio electoral de la Casa Rosada.

Permeables a las redes sociales, a la pirotecnia mediática, a los diarios Clarín y La Nación de los domingos, las presas sin patria electoral serán bombardeadas por todos lados.

Por otro carril estarán los definidos como indecisos, que bien podrían serlos y no necesariamente reportar al club del ombligo; simplemente no les interesa nada de la política tradicional pero no les resulta indiferente que la pobreza alcance niveles escandalosos, que cierren empresas a diario, que la economía esté hecha añicos. Sobre este segmento también atacará el macrismo tras las PASO.

“Nada está ni estará librado al azar porque en octubre se votará por un país con futuro sólido o el regreso a un pasado de fantasía”, así fue expresado por un integrante del laboratorio de las comunicaciones.

Las encuestas y demás trabajos de campo en poder del oficialismo les dejaron en claro dónde tendrán que clavar las agujas de la acupuntura electoral para llegar a las elecciones. Y, en este contexto, hay que sumar otra frase: “vale todo”, con tal de alcanzar objetivos.

Natural que pensar en un “vale todo” permite disparar la cabeza para cualquier parte, y está bien que así sea: “Macri no está dispuesto a perder alegremente una elección”, reseñó otro miembro del clan que funciona entre bambalinas y sombras.

Alejandro Delgado Morales.