Se pasan facturas constantemente, aunque uno de los dos se visibiliza más que el otro. Lo cierto es que Axel Kicillof y María Eugenia Vidal ya dejaron la cuarentena política y están calentando motores para la batalla electoral del año próximo.

El gobernador cree que ella está moviéndose en las sombras. Tratando de lograr armados, donde seguramente será cabeza de lista. No hay que olvidar además, que Vidal conserva una pata política en el Senado, lo cual la hace fuerte.

A Kicillof sus espadas le aconsejan que por esta razón sea cauto, pero que no se descuide. Tarde o temprano necesitará atar acuerdos con la oposición en temas muy sensibles para la emergencia y el peso de ella en el comportamiento opositor es fundamental.En el círculo aúlico de Kicillof remarcan que las críticas a la herencia en el rubro de salud que hace el mandatario datan desde diciembre, en el inicio de la gestión.

En el de Vidal están convencidos de que volvieron a acentuarse ahora ante un posible desborde de los hospitales del Gran Buenos Aires por el avance del coronavirus. Intuyen que es una manera de abrir el paraguas y, llegado el caso, compartir los daños de la tormenta sanitaria. 

A pesar del silencio, hay por debajo negociaciones truncas que Cambiemos y el Frente de Todos iniciaron con dientes apretados desde fin del año pasado. Están vinculadas a los sillones que Vidal pretende para su tropa en el directorio del Banco Provincia. O al recambio de funcionarios en el Tribunal de Cuentas, el principal organismo de control bonaerense

Tampoco había caído bien, a fines de febrero, el nombramiento del nuevo tesorero general de la Gobernación, David René Jacoby, por decreto y sin pasar por el Senado. En la residencia de la calle 6 defienden la designación y su modalidad: “Esperamos un tiempo prudencial, teníamos que avanzar”, se defienden.Se trata de una designación excepcional que requiere de una ley provincial. Vidal evitó también en ese caso romper su bozal mediático. Hizo lo propio ante las decenas de directores de las empresas provinciales nombrados durante su gestión que fueron desplazados en estos meses sin recambio opositor.

La base de la sustentación política y territorial de la ex mandataria está arraigada en los intendentes del conurbano y en su alianza con Rodríguez Larreta. Sin embargo, Kicillof se queja de que aún hay funcionarios de Cambiemos atornillados en  su plantilla.

Es el caso de ABSA y otros organismos estatales, donde los vidalistas se aferran a sus buenos sueldos hasta que se agoten los tiempos legales.La ex gobernadora quiere avanzar de todos modos con dirigentes de su confianza en el directorio del Banco Provincia. Le guarda algún casillero algunos de los ex intendentes del Gran Buenos Aires que perdieron en octubre. Pero no hay acuerdo en torno al número que le corresponde. Vidal pretende tres sillones, además de retener al radical Diego Rodrigo. Kicillof cree que esa pretensión es demasiado alta.

A mediados del 2016, el directorio del banco, el más codiciado de la política bonaerense, había quedado integrado por cuatro dirigentes del oficialismo -sin contar a su presidente, Juan Curutchet- y cuatro de la oposición. Dos del massismo, Daniel Arroyo y Mario Meoni. Y dos del PJ, Andrea García y Eduardo Di Rocco.

Los memoriosos recuerdan que Sergio Massa fue, en aquel momento, el principal garante de los acuerdos entre Vidal y la oposición. El presidente de la Cámara de Diputados tuvo, en esos cuatro años, un trato siempre privilegiado. Martín Insaurralde era, en menor medida, la voz de los intendentes. Hoy en La Plata desconocen esos acuerdos,sostienen que cambiaron los tiempos y hoy las fichas se juegan en otro tablero.

En esta relación que pareciera entre Montescos y Capuletos, Vidal, sospecha que la que cada tanto le pasa letra a Kicilllof para que no se olvide de pegarle al macrismo es Cristina Fernández. la madrina política del gobernador. CFK es un poco la dueña del territorio donde su ahijado cosechó una avalancha de votos. Y sueña además, con que  su hijo Máximo, también  de gran peso territorial, algún día se siente en el sillón de Dardo Rocha.En las últimas semanas, Vidal se activó a través de visitas a los distritos donde sus aliados son Gobierno, pero también mediante charlas via “zoom”, la plataforma que sostiene videoconferencias y que se transformó en la vedette de la rosca en tiempos de cuarentena.