Los quilmeños celebran veinte años de historia con su nuevo trabajo “MotorMusica”, su décima producción discográfica. Entrevista con Miguel de Luna Campos, guitarrista de la agrupación.

“El motor pide agua y la cabeza, música”, confiesa Kapanga en la canción que bautiza a su último álbum de estudio. “MotorMúsica” exhibe una actitud para enfrentar a la rutina. Un modo útil para trabajar durante dos décadas en un oficio extraordinario: la combinación de acordes para hallar la melodía ideal.

“Creamos un sonido popular. Componemos temas que adoptan un perfil con ciertas características que indican su potencial. Trabajamos con libertad. No nos desespera sonar en la radio”, explica Miguel de Luna Campos, guitarrista del grupo durante una entrevista en “RockoSapiens” –el envío radial conducido por Emmanuel Angelozzi, con Micaela de Rosa en producción-.

Con ritmos festivos que amalgaman rock, pop, cuarteto o funk con una pizca de ska e impronta metalera, la banda crea una docena de armonías que reflejan una maduración sonora, confirman su ductilidad y ratifican su facilidad para concebir hits.

¿Qué motivó la decisión de explorar diferentes variantes sonoras?

Profundizamos el cambio estilístico que iniciamos en “Lima”, el disco anterior. Siempre mezclamos mil ritmos.Tenemos nuestro ADN y lo respetamos.No renegamos porque es parte de nuestra historia pero intentamos buscar más allá para reinventarnos. Solo el 30%, unas tres canciones, tiene el sonido clásico de Kapanga.

Trabajaste como productor artístico en dupla con Matías “El Chávez” Méndez, fundador y ex – integrante de “Árbol”, ¿cómo evalúas tu desempeño en ese rol?

Ocupé esa faceta en varios discos nuestros. Llegó un momento en el que sentí que comenzaba a repetir ciertos recursos. En ese contexto, llamé a “El Chávez. Creamos un dúo repleto de buena onda. Tocamos muchas veces pero nos descubrimos en otra situación. La pasamos bárbaro juntos porque ve la música desde otro lugar. Me ha planteado cosas que eran un delirio como una manera de salir del área de confort y encarar nuevos desafíos artísticos.

¿Descartaron material?

Hicimos catorce canciones y grabamos doce. No somos una banda que haga mil temas para que doce queden buenas. Es nuestra forma de laburar. No somos de la escuela de Santaolalla. Pensamos el disco como una obra conceptual, desarrollamos un hilo conductor y nos enfocamos en lo que tenemos.

¿Por qué editaron su nuevo larga duración de manera independiente?

Sentíamos que era el momento adecuado. Disponíamos del estudio de grabación y de la oficina de producción. Armamos un equipo como si fuese un sello discográfico pequeño. Estamos con más trabajo aunque tercerizamos la distribución digital del disco, incluso la física. Dividimos tareas porque son cosas que te insumen tiempo pero que tienen que ver con aprender, con ponerte nuevos horizontes, con no tirarte a chanta y seguir tocando los mismos temas de siempre.

 ¿Qué valor tiene integrar un grupo con absoluta vigencia durante dos décadas?

¡Es muy loco! En nuestros shows conviven dos generaciones. Los chicos que asistían a nuestros conciertos hoy son padres; Entonces, vienen a escucharnos con sus hijos. Es una sensación extraña. Produce un desfasaje en el tiempo.