*Por Jorge Joury

Para ejemplificar cómo la crisis nos pega a los argentinos y a la que el Presidente llama "tormenta" fugaz, este viernes, el Día del Amigo será distinto en festejos. Solo el 6% de la población acudirá a restaurantes, según cifras que dio la Confederación de la Mediana Empresa (CAME). Y el resto se conformará con levantar las copas en un ámbito familiar, haciendo una vaquita como se pueda o a la canasta. Paradojicamente esta celebración se materiza en un momento nada agradable. Acaba de arribar a la Argentina la "dama del ajuste" o la "domadora de bolsillos" o como quieran llamarla. Se trata de Christine Lagarde, directora gerente del FMI, que precisamente quiere presentarse como una amiga. Pero en rigor, se trae bajo el brazo un manual de presiones para imponer si es necesario con forceps, el plan tan temido de ajustar el cinturón hasta el último agujero. Esto ya levantó olas en toda la oposición y alteró el pulso del mundo sindical. Es más, la CGT anticipó "un frente de conflicto infinito". Lo cierto es que todos repudian su presencia y advierten sobre las consecuencias nefastas de su plan. La formalidad indica que Lagarde asistirá a la reunión del G-20, pero según varios analistas, lo que se trae bajo el poncho es tomar contacto con referentes clave de un sector de la oposición en reuniones privadas. Por lo que se sabe, hará lo que Macri no se anima a decir en un cara a cara con sus oponentes. Es decir, explorará la viabilidad política efectiva que puede tener el apoyo del peronismo al plan de ajuste, especialmente para que el Presupuesto se apruebe en el Congreso. Lo que argumentará Lagarde es que si ello no ocurre, la Argentina puede caer en el abismo y poner en peligro la gobernabilidad. Asustarnos es la mejor de sus estrategias. Ya lo probó en varios países que cayeron en las redes de sus recetas recesivas.
Este viernes Lagarde tendrá el primer bocado de su voraz menú, al cenar con Mauricio Macri en la Residencia Presidencial de Olivos.Allí ambos le pasarán el peine fino a las estrategias para avanzar sobre un discurso único en las metas restrictivas.
Lagarde también participará sábado y domingo en las actividades de la Cumbre de ministros de finanzas y presidentes de todo el mundo del G-20, que contará con un dispositivo de seguridad especial, ya que su visita despertó especial escozor por parte de los grupos opositores, que llamaron a movilizarse en las cercanías del centro de exposiciones.
Por lo que ha trascendido en los circulos financieros, en Washington no dudan del cumplimiento técnico del acuerdo. Pero en cambio, acumulan unos cuantos interrogantes sobre el costo que puede pagar la Casa Rosada. Además le temen al crecimiento en las encuestas de Cristina Kirchner y la posibilidad de su vuelta al poder. El escritor y periodista Jorge Asís lo ejemplificó, señalando que "si vuelve Cristina no queda un solo dólar en la Argentina".
Si pegamos una mirada a semanas atrás, este objetivo de mostrar gobernabilidad y cumplimiento del plan fue el eje de la visita de Nicolás Dujovne a banqueros e inversores norteamericanos en Nueva York. Esta reunión se realizó para ratificar que Mauricio Macri cumplirá con las metas de déficit fiscal e inflación. Los principales asistentes fueron J.P. Morgan, BlackRock, Templeton, Deutsche Bank y Morgan Stanley, entre otros. Estos son algunos de los más importantes carteles de lo que genéricamente se denomina mercados financieros externos.
Queda claro que el eje de todas las preocupaciones es la aprobación del Presupuesto. Y si este no pasa, todo el mecanismo de los recortes de los 300 mil millones de pesos que debe hacer la Casa Rosada se complicará.
La tarea será titánica. La oposición razonable o dialoguista, como la llaman desde el oficialismo, se enfrenta a un dilema: cómo aprobar el Presupuesto, pero despegándose en lo político de los efectos sociales del ajuste.Nadie quiere dejar las huellas digitales en un proceso que será de sudor y lágrimas. El ajuste implica la peor postal: pymes que cierran, sueldos que se derriten, más trabajadores desempleados, caída del consumo interno, mayor recesión y conflictividad social.
En este escenario, no es descabellado suponer que se intente instalar desde el Gobierno una suerte de chantaje para aprobar el Presupuesto. La idea que se agita es que si se cae el acuerdo con el Fondo los mercados harán un desastre y estaremos en el peor de los mundos. Es decir, elegir entre el ajuste del Fondo o el caos. Es algo que a los argentinos cada tanto nos recuerdan
Pero el Gobierno sigue negando la realidad y en vez de crisis, habla de "tormenta". Lo que hay que preguntarse es que si todos los males venían del exterior, por qué no les pasó lo mismo a Chile, Uruguay o Paraguay. Lo que se pretende ahora es acelerar el ajuste en el segundo semestre, y el año que viene volver a decir "lo peor ya pasó". No obstante, este objetivo resulta difícil que se pueda cumplir. En 2019 Macri debe recortar con profundidad el gasto, y por ello se espera que la recesión siga. Difícilmente puedan enmascarar el freno productivo con obra pública, o con aumentos reales de las jubilaciones que el recorte de gastos no permite, más bien lo contrario.
Las dudas que embargan a la oposición son: ¿Cuánto significan esos $ 300 mil millones que piensa ajustar el gobierno? Por ejemplo, es cerca del total de lo que se pagaría este año por salarios de los empleados públicos. También podemos decir que son equivalentes al desembolso anual de tres millones de jubilados que cobren la mínima.
Lo cierto es que la guadaña invernal será muy dura. Implica el congelamiento de contrataciones en el Estado hasta diciembre de 2019 y la anulación desde enero de ese año de convenios con instituciones educativas.
Además, hay que dar cuenta que se prohíben las bonificaciones, premios, incentivos y suplementos que percibe el personal del sector público. Todos creen que en afán recaudatorio, Lagarde aconsejará que hay que modificar el esquema de baja de las retenciones a la soja. Macri no lo puede anunciar, porque fue una de sus promesas de campaña para el campo. Se lo hará declamar a su acreedora, para que todos vean que no hay otra alternativa. En este escenario, otra de las medidas que erizan la piel y que Lagarde trae en su manga, es la intención del FMI de "amortizar" o vender los activos del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSES, lo cual podría ser un paso más para argumentar la falta de sustentabilidad del sistema previsional público. La excusa probablemente será que pronto el sistema puede colapsar y poner en peligro el pago de millones de jubilaciones.
Además, y en un contexto de achique del gasto, cada vez más fondos del Presupuesto deberán asignarse al pago de intereses de la deuda. Ello implica que habrá menores recursos para salud, educación, o seguridad social. Es una de las formas de ver los impactos concretos del ajuste que pegarán inexorablemente en la piel más sensible de la sociedad. Nadie ignora que con todas estas medidas, el Gobierno corre el riesgo de perder caudal electoral en 2019. Será un año clave donde se definirá en las urnas el futuro de la Nación. Al peronismo se le hace agua la boca con la posibilidad de volver al poder. Como se ve, el FMI levantó el telón del "Plan Malaria". No queda otra que implorar al cielo.

*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información, graduado en la UNLP y analista político. Su correo electrónico esjorgejoury@gmail.com. Si querés consultar su blogs, podés dirigirte al sitio: Jorge Joury De Tapas.