Axel Kicillof arrancó la fase 4 de la cuarentena con la mayor cautela y la lupa puesta en el AMBA.

Asume que es la jugada de mayor riesgo, ya que a Provincia tiene 1800 barrios humildes o asentamientos y allí la situación podría desmadrarse.

La entrada del coronavirus en los barrios populares provocó 616 infectados en pocos días y uno de cada tres positivos corresponde a las villas porteñas.

El domingo se registraron 97 nuevos casos solo en asentamientos, la mayoría en la la 1.11.14 y en la Villa 31, que ayer sumó su segundo muerto.

En la geografía porteña ya suman 2522 casos de coronavirus y tiene otros 1122 se encuentran en estudio. Del total de los pacientes 607 recibieron el alta y 119 fallecieron.Si bien es cierto que el gobernador prometió poner el eje en la producción activando algunas fábricas, "si la situación se complica, volvemos todo para atrás", comentan que se le escuchó decir. Lo que suceda esta semana, será el termómetro del comportamiento social. En la gobernación todas las miradas están puestas en el AMBA, donde están los números más altos de contagios. En cambio, en el resto del territorio bonaerense hay 52 municipios sin casos positivos y otros 23 que solo registran un contagiado.

Entre los anuncios importantes de Kicillof, figura la habilitación de los comercios de cercanía. Se trata de locales barriales, con clientes de la zona y empleados del distrito que no requieren del transporte público o que tengan su auto. No habrá apertura de shopping y ni centros comerciales cerrados. Los locales comerciales a cielo abierto y ferias se abrirán con protocolos más estrictos. En AMBA y General Pueyrredón habrá que solicitar a Presidencia para habilitar, pero el resto será solo a la provincia quien dictamine.

El transporte público seguirá igual. Sólo quedará reservado a la utilización de los trabajadores esenciales. Las empresas que habiliten sus industrias deberán garantizarle el transporte a sus empleados de manera privada. Sobre las salidas recreativas y esparcimiento infantil, la novedad es que se  autorizará a los niños a ir con los adultos a comprar a los comercios.

Siguen prohibidas las salidas recreativas en el AMBA y sólo lo habilitaron 51 municipios con pocos contagios. Fiel a su perfil de economista, Kicillof se jugo más a abrir fábricas, ya que la Provincia de Buenos Aires concentra el 54% del PBI industrial del país y particularmente en el conurbano. Pero hay una realidad social a tener en cuenta, donde el 60% de las personas están por debajo de la línea de pobreza, el 55% están desempleados,  y hay situaciones de vulnerabilidad social muy graves. De los 135 municipios, cada uno vive una realidad muy diversa, porque hay muchos con cero casos de coronavirus.

El temor que se abriga en lo más alto del poder, es si la desesperación por el bolsillo saca a la gente a la calle, la nueva fase sanitaria se saldrá de control y se desbordará lo que hasta aquí se ha logrado. Entonces el presidente Fernández pasará a ser atacado por incorporarse al club de países que apilan cadáveres y, a la vez, lo señalarán por haberse cargado a la economía “para nada”. Lo mismo podría ocurrir con el gobernador. Nadie quiere asumir esos riesgos.

A partir de esta cuarta etapa de la cuarentena, se avecina un tiempo donde la contradicción de la salud y de la economía exigirá muchísimo equilibrio y sabiduría. Lo peor sería que nos pase lo que ocurrió con la convertibilidad de los '90. El gobierno de la época supo cómo entrar, pero nunca supo ni quiso saber cómo salir.

Ayer el paisaje urbano y la autopista Buenos Aires-La plata, empezaron a  cambiar su fisonomía y se observó mayor movimiento. Lo mismo ocurrió en ciudades como La Plata y otras populosas zonas de GBA. Aunque los consumidores no se vuelquen a las compras en la misma cantidad que antes de la pandemia, sí se observó un cambio en la fisonomía urbana. Más movimiento, persianas levantadas y locales de barrio con la posibilidad de recibir gente de manera ordenada.

El sector comercial es el que venía pidiendo a gritos una luz verde, es uno de los más golpeados durante el aislamiento social más duro. Los números cantan que en abril, mes pleno de cuarentena, las ventas minoristas cayeron 57,6% anual según la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) sobre un relevamiento de 1100 comercios de todo el país.

Los rubros "esenciales" tuvieron en promedio una baja del 31% y los restantes, del 75%. El 94,5% de los comercios relevados no alcanzó a cubrir sus costos operativos.De los 1,2 millones de afiliados gremiales, 800.000 estuvieron suspendidos durante casi dos meses. La Federación de Empleados de Comercio, que lidera Armando Cavalieri, firmó un convenio para que reciban el 75% de su salario neto y el compromiso de preservar las fuentes de trabajo.

El comercio es, según el Indec, el mayor empleador de la Argentina, con 3,4 millones de personas, cerca del 34% son asalariados declarados, el 20% está en la informalidad y el resto está repartido entre autónomos y monotributistas.

Otro dato a tener en cuenta: Un 38,6% de encuestados por la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC) estimó que la crisis de actividad mercantil lo afectará durante los próximos seis meses, mientras que un 26,2% consideró que recién dentro de un año o más recién podrá recuperar su rentabilidad prepandemia.

Kicillof también empezó a activar el retorno de las 400 o 500 industrias. Son empresas de tamaño mediano y grande, tabacaleras, metalmecánica, plástico, metalurgia liviana, que deberán someterse al protocolo que establezcan tanto la Provincia y después de la Nación.Como economista, Kicillof está convencido que todo este tiempo la industria alimentaria y de medicamentos siguió funcionando y no se registraron contagios masivos porque se utilizaron protocolos muy estrictos aprobados por la Provincia.

De allí, que se establecieron horarios, distanciamiento, mecanismos de seguridad a la entrada y a la salida y transporte privado de cada empresa. En estas precauciones, fue fundamental evitar el transporte público por los contagios. No obstante, el conurbano profundo sigue con luz roja. La realidad marca que el coronavirus está encapsulado en el AMBA. Por eso explican que los intendentes de las zonas más pobladas mantienen también las posturas más duras sobre la flexibilización.

En los conglomerados bonaerenses están los barrios más vulnerables. Allí se encendió la alarma después de conocer casos de contagio en las villas de la Capital Federal. En el entorno de Kicillof explican que:“estamos haciendo un monitoreo constante y vemos que hay un nivel de concientización sobre la pandemia muy alto. En los barrios más pobres reconocen sus debilidades y son quienes menos demandan una apertura”.

El gobernador mandó a hacer sus propias encuestas que le indican que en el Gran Buenos Aires el 41% pide mantener la cuarentena mientras que el 29% quiere que se endurezca. Mientras tanto, en el interior de la provincia el 39% respondió que se debe mantener como está y el 23% reclamó un endurecimiento.

En ese escaneo de opiniones que se realizó entre el 4 y 6 de mayo entre 1.350 casos en toda la Provincia, también se consultó sobre qué sentiría si la cuarentena se levantara. El 81% contestó que se pondría “nervioso porque aún hay peligro” y apenas el 14% aseguró que estaría “contento por volver a salir”.

En el gobierno bonaerense aseguran que el acatamiento de la cuarentena aún se mantiene alto y que los ciudadanos cumplen con las normas de distanciamiento social y uso obligatorio de barbijos. Creen que por el momento la gente demuestra una gran responsabilidad ante la pandemia, pero habrá que ver como reaccionan este lunes después de más de 50 días de confinamiento donde los ánimos están caldeados. Si bien es cierto que tanto en la gobernación, como en las intendencias hay optimismo, en esta ruleta nadie se atreve a apostar el primer pleno en como terminará la historia.

*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información, graduado en la UNLP y analista político. Para consultar su blogs, dirigirse al sitio: Jorge Joury De Tapas.