*Por Jorge Joury

A contramano de lo que proyectaba Macri, el pronóstico por ahora es de sequía y no están lloviendo dólares en materia de inversiones. El Gobierno transita hoy por uno de sus peores momentos. Su pulseada con el sindicalismo más duro representado por Hugo Moyano, el tarifazo que castiga como un látigo a la clase trabajadora, la inflación imparable, la caída del consumo, el desempleo y la mala comunicación de las medidas, hacen que la gestión transite por arenas movedizas. Son factores que colocan al Jefe de Estado en una situación de fragilidad que la oposición ya ha advertido. Frente a este escenario, el Presidente ha ensayado una suerte de maniobra de ajedrez para evitar la ley antidespidos que la oposición fogonea desde el Congreso.
En esa dirección, les pidió a los sindicalistas su respaldo al acuerdo que había acordado con 200 empresarios. Una suerte de tregua por 90 días. Pero no hubo caso. Con posturas disímiles, los once gremialistas pudieron al menos coincidir en algo: rechazaron firmar su adhesión y decidieron no asistir al acto en el Salón Blanco. Una muestra paplable fueron las sillas vacías que quedaron en la primera fila. Tampoco hubo una foto que sirviera para escenificar una especie de acuerdo económico y social con los tres sectores. "Presidente, ¿sabe por qué no vamos? Desconfiamos de los empresarios y los formadores de precios", argumentó el ferroviario Omar Maturano. La tensión sobrevoló la reunión desde el inicio. José Luis Lingeri planteó el malestar por haber sido convocados de urgencia. "Un acuerdo de estas características necesita de tiempo y consenso", disparó el dirigente de Aysa. Otro gremialista calificó la convocatoria de desprolija. En esta dirección, es casi seguro que en los próximos días, la Cámara de Diputados seguramente apruebe la denominada ley antidespidos tal como fue enviada desde el Senado.

POR EL CAMINO DE LA RUPTURA

También se da como un hecho, que Macri, horas después, la vetará. Las dos postales mostrarán que el sistema político argentino entrará entonces en una nueva fase, que implica la ruptura de la trabajosa alianza no kirchnerista que, semanas atrás, aprobó las leyes que habilitaron el acuerdo con los fondos buitres.
Entre tantas malas noticias para el bolsillo, como la cuarta suba de los combustibles, el malhumor social va en aumento. La escritora Beatríz Sarlo, aguda lectora de la realidad, disparó con certeza que siempre el ajuste lo terminan pagando los pobres. En esa dirección, la Iglesia ha puesto el grito en el cielo porque cada vez son más los indigentes que recurren a las parroquias por ropa y alimentos. Encima, Unicef difundió que hay 4 millones de chicos pobres en el país y en el Norte son uno de cada dos. Frente a este panorama, la jerarquía eclesiástica llamará en las próximas horas al diálogo, aunque harán hincapié en la cuestión social, para que el oficialismo saque un poco el pie del acelerador. Además, se deberá poner atención en el requerimiento de algunos intendentes, que han alertado que la complejidad de la nueva situación social está haciendo crecer el delito. Piden que rápidamente les restituyan la gendarmería a sus distritos.

PENSAR UN POCO EN LA GENTE

Los observadores polìticos creen que ha llegado la hora de la verdad, donde Macri por lo menos deberá exhibir que tiene un plan económico que le permita hacer frente a los tres males que hoy aquejan a la población, como lo son la inflación, la caída de la actividad productiva y el desempleo.Ya no alcanza con la promesa de que en el segundo semestre caerá sustancialmente el costo de vida. Si no lo logra, la fábrica de pobres seguirá produciendo a destajo.
Hasta Martín Redrado advierte sobre el riesgo de estanflación en la economía de lo que resta del año.
Otro dato preocupante, es el derrumbe del 3,6% del consumo en abril respecto de igual mes de 2015, lo que llevó a que la caída de las ventas en el primer cuatrimestre del año sea de 2,3%. Esos guarísmos se dan en un contexto en el que la pobreza alcanza al 30% de la población, en el que la percepción de los consultados sobre la inflación es que llegará a 45% y en el que 55% de los encuestados estimó que en 2017 el país atravesará una crisis. Las cifras surgen del estudio de Pulso Social, que elabora todos los años la consultora CCR sobre la base de encuestas de consumidores y datos de auditorías de mercado. Además hoy se está repitiendo una postal del 2001, cuando los consumidores se volcaron a las segundas marcas como una manera de estirar el salario. Y en medio de este escenario, la cantidad de locales vacíos en las principales zonas comerciales de la capital federal y el conurbano, son otra muesta inequívoca de la recesión que ha colocado a la economía en la garganta de la noche polar.

ANUNCIOS SIN VASELINA

Las malas noticias del Gobierno llegan en cuotas y sin anestesia, ante la falta de mecanismos persuasivos para comunicar. Por ejemplo, en el arranque del mes, el ministerio de Energía autorizó otro aumento de la nafta del orden del 10%. No es poco. es el cuarto en lo que va del año. Los anteriores habían rondado el 6%. Habría que preguntarse si esto no atenta, acaso, contra el plan de Prat Gay para desacelerar la inflación. El sentido común indicaría que si y que las subas se trasladarán a los productos de la canasta básica. Además, fue tan irritativo el incremento, como el modo en que se lo transmitió a la sociedad. Hubo una carencia total de coordinación y tacto.
El ministro de Energía, Juan José Aranguren explicó el naftazo como si estuviera en el plenario del directorio de la empresa Shell que presidió hasta hace poco tiempo. No tuvo en cuenta que delante suyo hay una sociedad que observa temerosa como le perforan el bolsillo. Encima, antes que entrara en vigencia el nuevo aumento, el funcionario no descartó la chance de otro. Aranguren debería hacer un curso de sensibilidad popular, ya que agregó a tambor batiente después de llevar las premium a casi 20 pesos el litro, que si los consumidores no pueden pagar, comprarán menos combustible. O directamente dejarán de consumir. Las irrupciones del ministro cara de póker desatan escozor hasta entre los propios macristas que apuestan a la comunicación como una forma de perturbar lo menos posible a la gente. Aranguren en cambio, frío y calculador , como buen ex Ceo, se maneja sin vaselina.

UN DESAFIO PELIGROSO
Macri si veta la ley antidespidos, perderá su base de sustentación política, y ya no podrá consensuar decisiones. No debe olvidar que Senado, sindicatos y gobernadores son mayoritariamente peronistas, y el fastidio no va a cambiar esa realidad. El Presidente si confía en el pacto que acordó con los empresarios, no tiene porqué preocuparse, ya que no habrá despidos. Entonces porqué vetar la iniciativa que se fogonea desde el Congreso. Dejarla correr sería lo más atinado para no fabricar una grieta con la oposición y exasperar al movimiento obrero.
Los despidos, forman parte de un universo que desvela a decenas de miles de trabajadores. Hay empresas que frente a la caída de la productividad están suprimiendo turnos y anticipando vacaciones. También en muchos casos se ha cortado la cadena de pago a los proveedores. Solo logran mantenerse aquellas firmas de mayor espalda financiera. En el caso de la construcción y el sector metalúrgico, la situación es delicada.
La reciente y multitudinaria movilización de las centrales sindicales fue muy fuerte, en un hecho casi inédito de unidad. Y la media sanción que le dio el Senado al proyecto presentado por la oposición para suspender los despidos por 180 días, también marcó la cancha parlamentaria y avisó el fin de la luna de miel Gobierno-oposición. Ambos episodios le están anticipando a Macri que el período de gracia se terminó y la dirigencia comenzó a tiznarse la cara frente al malhumor social. En el plano gremial, si la ley antidespidos es vetada, Macri deberá prepararse para hacer frente al primer paro general, una carta que Moyano tiene en la manga. El camionero ya mandó telegrama, al acusar al Presidente "de tener indiferencia por los temas que preocupan a los trabajadores". Frete al malhumor social imperante, el costo polìtico para el Gobierno, en caso de una confrontación con el sindicalismo, podría ser muy alto.

*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información, graduado en la Universidad Nacional de La Plata. Su correo electrónico es jorgejoury@gmail.com. Para quienes quieran consultar sus artículos, pueden dirigirse al sitio: Jorge Joury De Tapas.