Cada vez más personas se suman a la afición por la percusión parches en nuestro país.  En esta nota analizamos los alcances de este auge que en Varela también tiene su escuela municipal.

“El interés por la percusión crece notablemente. Está vinculado con el auge mundial de lo que el marketing llama world music. Hay muchos puntos de contacto con ella”, explica Rodolfo García, organizador del festival Buenos Aires Percusivo, para entender las razones de la pasión que despiertan en los argentinos aquellos ritmos de raíces negras: una sonoridad hipnótica e intrigante, capaz de estimular los cinco sentidos del ser, como corolario de la vibración de los parches.

La cadencia, el compás y la armonía propia de este tipo de música tienen una impronta bailable. La intervención colectiva de personas que implica la creación de un patrón rítmico, seduce. “Hay intereses particulares fuertes, necesidades de la gente por estudiar cosas relacionadas al género. Me asombra la cantidad de actores sociales de distinta índole que aprenden percusión desde lo académico. El auge de la música nativa, de diferentes etnias, también es un factor influyente”, detalla García.

La Bomba de Tiempo, Rataplan, Paralelo 33, Cafundó Orquesta o La Chilinga son algunos de los grupos que colaboran con la popularización del estilo musical. Tanto sus conciertos como sus talleres sirven como método de difusión y aprehensión de nuevos oyentes. “Son proyectos con un tinte barrial que incentivan a la participación en comunidad. Permiten la expresión de cualquiera que desee hacerlo. La inclusión tiene un rol fundamental en este tipo de iniciativas”, destaca Yamila Triorompato, Licenciada en Artes.

“La posición geográfica que ocupa Argentina en el mundo hace que la música llegue en otros tiempos. Ocurre lo mismo con el reggae, otra sonoridad con vínculos en el continente africano, por ejemplo. Son sonidos que arriban un poco más tarde a nuestra tierra”, reflexiona el percusionista Axel Harmemoff.

La percusión logra consolidarse en los escenarios nacionales a través de una propuesta centrada en la combinación de virtuosismo, maleabilidad, danza y  destreza. “Considero que el estilo aumentará cada vez más la cantidad de seguidores debido a la proliferación de espectáculos y talleres. De ese modo, el público se renovará porque siempre habrá algún interesado en conocer más sobre el género o aprender a tocar un instrumento. Es una estrategia de retroalimentación que permite la vigencia”, describe Triorompato.

 

Batucada varelense

“Caja de resonancia” es el programa municipal de percusión que funciona en distintos barrios de la localidad hace cuatro años y convoca a una gran cantidad de personas.

Las clases son gratuitas y los estudiantes no necesitan conocimientos previos. “Los alumnos estudian ritmos folclóricos americanos, latinos o afroamericanos. Interpretamos chacarera, rumba cubana, candombe uruguayo o samba reggae brasileño”, narra Mariano Corbelli, su coordinador.

Mediante una clase especial, descubren los diferentes instrumentos y eligen uno de acuerdo a sus habilidades. “Desde el primer momento, forman parte del bloque. Estimulamos su interés brindándoles información útil como la técnica específica de cada tambor o la lectura y escritura de música”, puntualiza.