*Por Jorge Joury


El video que Jaime Durán Barba eligió para dar a conocer el intento de la Casa Rosada de disimular su incapacidad para controlar la inflación, terminó ridiculizando al Presidente. Es otra pieza de colección con la que se buscó generar empatía, pero solo sembró más desconcierto. La protagonista fue la misma vecina con que Macri grabó un video un año atrás. Resulta increíble que en el Gobierno nadie haya evitado el papelón. “Insólito video”, titularon los mismos medios que vienen haciendo esfuerzos sobrehumanos para sostener la confianza en Cambiemos. El calificativo es benévolo. Hace una semana tras la reunión con el radicalismo, habían informado que el Presidente daría un discurso o una rueda de prensa para anunciar el paquete de los milagros.

No fue así. Mauricio Macri pasó de sobreactuar el enojo con el vulgar “estoy recaliente” a mostrarse en una especie de video casero con cara de dormido, desganado, a punto tal que la vecina sostenía la dramaticidad de esa obviedad que el Presidente acababa de registrar: el pueblo no aguanta más.


En las redes sociales no tardaron en hacerse un pic-nic  por la actuación guionada, en un video que a todas luces fue "mal grabado, con color apagado y mal sonido" y que fue difundido mucho más tarde de lo previsto. "Estamos en emergencia y el laboratorio del PRO se manda novelistas a lo Suar. No dan más de corpo. Que inoperancia", se quejaron los usuarios. Otros recurrieron a los memes. La movida oficial por encontrar un desesperado salvavidas para la crisis, además mostró los puntos débiles de un "paquete" de medidas con certificado de vencimiento el día de las elecciones, pero que la mayoría de los economistas ven condenado al fracaso.  


Desde las baterías de la oposición dispararon calificativos de Plan Aspirina, Plan Parche, “paquetito” y hasta hubo quien lo comparó con la táctica de un técnico de fútbol que se sabe despedido y juega en el último partido con toda la audacia que nunca tuvo, con los jugadores y la estrategia en los que nunca creyó, para despedirse, fracasado y golpeándose el pecho diciendo “hice lo que me pedía la gente”.


Hay quienes opinan que Macri tiró la toalla. Los anuncios de las últimas horas solo confirman la inviabilidad del proyecto económico y social de Cambiemos. El Gobierno que vino a reemplazar al kirchnerismo para que no vuelva más termina haciendo kirchnerismo económico (pisar tarifas y precios, financiar consumo a cuenta) para llegar a octubre, noviembre y diciembre. 

Este nuevo capítulo, muestra la fragilidad manifiesta de los inquilinos de la Casa Rosada para manejar la crisis. Paradójicamente, ocurre en Semana Santa. Justo en la fecha en que hace décadas Alfonsín tuvo que hacer frente a una rebelión militar comandada por Aldo Rico. Si bien es cierto que eso no va a volver a ocurrir, Macri por estas horas está tratando de dominar otro motín. Pero es interno,  desatado por quienes se reparten culpas en "el mejor equipo de los últimos 50 años". 


En medio de la confusión reinante, el Presidente parece un pájaro en medio de la tormenta, pero le aconsejaron no volar a Europa, donde tenía proyectada una gira. Primero,  el Jefe de Estado deberá calmar las aguas en una pelea de proporciones entre sus primeras espadas, que de agravarse, sería letal para sus pretensiones reeleccionistas. Los asesores le recomendaron de manera tajante: "en medio de este quilombo, con la incertidumbre por el efecto de la nueva política de precios y cinco puntos de inflación, no puede marcharse a Europa, porque el barco hace agua".


El tsunami amarillo, tiene su origen en la torpeza del asesor ecuatoriano Jaime Durán Barba, distanciado de Marcos Peña por los fracasos alectorales que viene acumulando el oficialismo en las provincias, que le aconsejó a Macri que eche a Nicolás Dujovne y nombre a Martín Lousteau. "Tengo todo anotado lo que pronosticó y nada se cumplió", se quejó el gurú ecuatoriano. El presidente se puso el traje de bombero y le respondió que no puede despedirlo porque el FMI lo sostiene. Y eso sería como firmar la sentencia de muerte de los acuerdos. Dujovne, por su parte, quiere la renuncia de Jorge Todesca, el titular del Indec. Le recrimina la metodología que utiliza para sus mediciones y por anunciar un día antes del nuevo paquete de medidas que la inflación de marzo había alcanzado el estruendoso pico del 4,7 %. 


No parece atinada la recomendación, con quien quizá sea el mejor funcionario de toda la era Macri. Todesca, heredó un organismo devastado por la intervención de Guillermo Moreno amparada militantemente por Néstor y Cristina Kirchner. Y después de despejar el bosque de enemigos, con profesionalismo y sin importar que cada dato que publica es un martillazo contra el Gobierno que lo nombró, demuestra una independencia en su trabajo digna de elogio. Cualquier Gobierno serio debería garantizar su continuidad más allá de 2019, si es que quiere trabajar con números reales.  


A esta altura de los acontecimientos, todo lleva a suponer que Macri ha perdido la batalla de la confianza. La disparada de los precios y la inestabilidad del dólar, están taladrando la base electoral de Cambiemos. Este es un dato que no sólo confirman las encuestas y los focus group que encarga el consultor ecuatoriano, sino también las elecciones, como pasó el domingo pasado en Entre Ríos y  Córdoba. En la primer provincia la Casa Rosada estimaba perder frente al gobernador Gustavo Bordet por 10 puntos que terminaron estirándose hasta un demoledor 25%. Y en las municipales de Córdoba, el peronismo le arrebató a Cambiemos la friolera de casi treinta intendencias.


No obstante, con este fenómeno de viento en contra, el Gobierno intenta ahora recuperar la iniciativa con un paquete heterodoxo de controles de precios y créditos. Apuesta una vez más al atraso cambiario, clavando el techo del dólar en torno a los 51 pesos.Pero la foto no ayuda, menos con una inflación de 4,7% en marzo. Un acumulado de 11,8% en los primeros tres meses del año y una proyección de más de 15% para el primer cuatrimestre de 2019. Un 54,7% anualizado, y una suma de 188% en toda la gestión de Cambiemos. Cuando Mauricio Macri concluya esta gestión, será inevitable que el alza de los precios supere el 200% desde que asumió el 10 de diciembre de 2015.


Cualquiera sea el resultado que se obtenga hasta fin de año en la evolución del Índice de Precios al Consumidor (IPC), el Gobierno de Mauricio Macri no podrá escapar a una dura realidad: habrán fracasado inexorablemente todos sus planes de ponerle un candado a la inflación.


Si el objetivo del “paquete” de medidas que se anunció, fuera mejorar las condiciones de vida de la mayoría, y tan rápido fue diseñarlo, resulta imposible entender por qué no lo aplicaron antes. ¿Qué llevó esperar a que se acerquen tanto las elecciones. Quién se arriesgó a semejante caída en las encuestas?. La respuesta es sencilla. Las medidas, aún en su modestia como “paliativos”, van a contramano de todo el discurso oficial y ninguno de los encargados de llevarlas a cabo cree en ellas, empezando por el Presidente.

Eso pone en duda que tengan algún éxito  y logren finalmente llevar “alivio” a los agobiados bolsillos. Lo que asegura, es que las medidas serán abandonadas apenas el patriarcado del FMI considere que ponen en riesgo el pago de las deudas que su rescate se propone garantizar.

Mirando hacia octubre, Macri resolvió poner a su gobierno en liquidación tratando de recuperar algo de la esperanza perdida. Tiene una última oportunidad: que efectivamente el dato de la inflación de marzo sea un pico y que el indicador comience a bajar. Y encender velas para el período julio-octubre el porcentaje se ubique por debajo del 2%.

Los especialistas creen que será una travesía difícil, pero aún el Gobierno puede alcanzar la escueta meta que la asfixiante presión inflacionaria está haciendo ceder. Aunque más no sea, para acercarles un poco de oxígeno a los angustiados ciudadanos, que vieron cómo en sólo un mes sus salarios perdieron casi un 5% de su poder de compra. Y que en lo que va del año, el recorte en su riqueza supera ya el 11%. Demasiados latigazos para una sociedad que viene castigada luego de un devastador 2018. Macri debe rezar por el éxito del Plan Felices Pascuas y prenderle velas. Pero lo inquieta que haya un dólar futuro que se vende a $54. Moraleja: asoma un fantasma amenazante para un Gobierno que debe plebiscitarse en las urnas en muy poco tiempo.  


*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información, graduado en la UNLP y analista político. Su correo electrónico es jorgejoury@gmail.com. Si querés consultar su blogs, podés dirigirte al sitio: Jorge Joury De Tapas.