Según un informe de la consultora Radar, la actual crisis del empleo, con pérdidas de alrededor de 200 mil puestos en los últimos cuatros años, recuerda a la última etapa de la convertibilidad, cuando se contabilizaron 230.000 personas afuera del mercado laboral formal. El estudio además agrega, que la “destrucción” de empleo es permanente.

“Desde el comienzo de la gestión (Cambiemos), el empleo industrial registra una caída permanente, que se sostuvo incluso en 2017, el único año de crecimiento de la economía. Entre el cuarto trimestre de 2015 y el segundo de 2019, se perdieron más de 200.000 puestos registrados, lo que implicó una caída de -15,4%”, señaló el reporte estadístico.

Esa situación es comparable con los años finales de la convertibilidad y el segundo gobierno de Carlos Menen. “La evolución del empleo se asemeja al último período de fuerte desindustrialización, atravesado entre 1998 y 2002, en la última etapa de la convertibilidad. Entre el segundo trimestre de 1998 y el cuarto de 2002, se perdieron 230.000 puestos de trabajo registrados, lo que significó una caída de -24%”, destacó Radar.

A 110 días de la asunción de otro gobierno, el panorama no es alentador. La consultora de la economista Paula Español habla de perspectivas negativas. “Todo indica que, como consecuencia de la persistencia de la recesión, el ajuste fiscal y monetario y el último salto cambiario, la industria seguirá destruyendo empleo durante el tercer trimestre del año”, aventuraron.

El estudio lamenta la destrucción del empleo industrial, que suele ser de mayor calidad por arriba del promedio de la economía. “Con salarios más altos y mayor proporción de registrados sobre el total, por lo que su destrucción implica una precarización del empleo a nivel general”, indicó.

A largo plazo, esta caída implica una pérdida de capacidades y calificaciones de mano de obra que son “difíciles” de recuperar, agregaron.

El informe de Radar detectó los cuatro motivos de la destrucción del empleo industrial:

La persistente caída del poder adquisitivo y menor mercado interno.

La apertura importadora, sobre todo en 2016 y 2017.

La abrupta suba de los costos financieros.

El fuerte aumento de los costos tarifarios.