El escenario electoral que se viene gestando no descarta la presencia de la mano dura entre las propuestas.

Al tiempo que la economía preocupa a nueve de cada diez argentinos, las áreas sociales incrementan en toneladas los bolsones de alimentos para las familias que viven lejos del sistema, y los más cruentos hechos delictivos se dosifican en la pantalla televisiva, el discurso de la inseguridad empieza a mirar de reojo el escenario electoral.
La tendencia se esparce silenciosa como una mancha de aceite, lenta pero firme; bajo un eficiente blindaje mediático se aprecia entre líneas, en apariciones espasmódicas, no directas y siempre bajo un mismo denominador común: uniformes, palos, gases y balas.
El nombre David Bolsonaro se sumó a los apuntes de armadores y estrategas que se preparan para el llamado de las urnas del próximo año. La brutalidad policial a la que invita el flamante presidente de Brasil animó a políticos locales a que, tanto por conveniencia, como por afinidad ideológica, se suban al “fenómeno”, con extravagantes declaraciones, más ruidosas que serias.
Sin embargo, la dureza en nuestro país también rinde: la semana pasada, trascendió una encuesta en la que el diputado Olmedo (el de la campera amarilla) logró meterse entre los nombres que miden para las presidenciales, gracias a un par de capussescas declaraciones, repudiables para los sectores intelectuales, progresistas y la izquierda.
De todas formas, el experimento en evolución debe ser observado con mayor seriedad, en especial cuando se observan movimientos coincidentes emanados desde el propio espacio que gobierna la Nación, el macrismo.
El presidente de la Nación, Mauricio Macri, al iniciar la semana y tras servir de anfitrión a los presidentes poderosos del globo, no puso en el podio de logros de la Cumbre del G-20 acuerdos para reducir la pobreza o incrementar la producción nacional.
En cambio, sí celebró que el evento fue seguro y, por ello, agradeció en primer término a su ministra de Seguridad Patricia Bulrich, quien horas más tarde, apareció en el sitio La Política On Line, como personaje que se estudia como Vice de Macri en la próxima contienda electoral, en reemplazo de la malograda Gabriela Michetti, dueña absoluta de los mayores papelones del gobierno, en materia de declaraciones mediatizadas.
En la misma jornada, entró en vigencia la denominada doctrina Chocobar que incrementa las posibilidades del gatillo fácil de las fuerzas de seguridad nacionales, medida de dudosa legalidad para el mundo actual.
El protagonismo que le da el gobierno en los medios a Bulrich con los temas vinculados a la seguridad (eventos deportivos, decomisos de droga, entre otros) no hace descabellada la versión de LPO, aunque la seguridad no mejore.
Lo mismo sucede en la provincia de Buenos Aires con el espacio gobernante. El ministro de Seguridad de María Eugenia Vidal, Cristian Ritondo, también cuenta con un trato diferente respecto a otros ministros. Por ejemplo, en los medios se mueve de manera independiente, sin necesidad de rendir cuentas a la jefa y sus asesores mediáticos. En un territorio caliente como es el conurbano, Ritondo estudia cada paso y logra mantenerse indemne frente a cada crisis.
Es en ese marco que en la ciudad de las diagonales se animaron a nombrar a Ritondo como compañero de fórmula de Vidal e, incluso, como candidato a gobernador, en el caso de que la actual jefa del estado provincial, deba reemplazar a Macri, si los números no le dan al empresario.
Las posibilidades electorales de candidaturas como las de Bulrich y Ritondo hoy apenas asoman y son expuestas por ahora para medir rechazos y/o aceptaciones de los ciudadanos; y desempolvan recetas que aun no lograron los éxitos electorales por sus bizarras presentaciones, tal el caso del “corta la bocha” (del actor Ivo Cutzarida) o del “garrote, garrote” (del veterano consagrado deportista y hoy payaso mediático José Sanfilipo).
En su base, Cambiemos también anima a otros experimentos, envalentonados no sólo por Bolsonaro, sino también por la crisis de seguridad que hoy gobierna territorios, como el Gran Buenos Aires.
Un ejemplo en esta línea es el caso del concejal Maximiliano Bondarenko de Florencio Varela, quien semanas atrás criticó los resultados de las políticas de seguridad, a través de un show de stand up, durante el cual reivindicó al ejército y a los efectivos policiales, estuvo custodiado por ex combatientes de Malvinas, e hizo recordar entre los memoriosos, las presencias de Aldo Rico y Luis Patti, durante las primaveras democráticas que gozaron en sitios como Cruce Varela.
Bondarenko hizo una exhibición pre electoral exaltando más su figura que su propuesta y, para que no se enojen en la ciudad de La Plata por las críticas a la seguridad, apuntó las responsabilidades al gobierno local. En la cartera bonaerense de Seguridad no cayó muy bien el stand up del ex policía, pero no tomaron medidas por el momento, a la espera de reacciones desde la Casa Rosada.
Una nueva mano dura asoma, se erige sobre la ya existente, y avanza lentamente como alternativa posible para Cambiemos, en el caso de que los resultados de la economía no acompañen. Entre otros problemas a superar, la idea debe solucionar la contradicción de proponer seguridad, cuando estando en el gobierno deben lograrla. El clima social en este sentido, será determinante, y por qué no, preocupante.