*Por Jorge Joury

Lamentablemente ocurre en La Plata, en Varela, en todo el conurbano y en la propia capital federal. Cada vez hay más personas en situación de calle, algunas mueren de frío, la mitad de la población redujo sus raciones de comida, y un 40% admitió que pasó por situaciones de hambre. Además, aparecen chicos con bajo peso, casi al borde de la desnutrición. Son datos de una realidad inexplicable en el país de los alimentos. Esto forma parte de la radiografía de lo que está por venir cuando el Gobierno comience a aplicar las recetas del FMI. El escenario ya está oficializado para que no duela tanto. En reuniones con la Unión Industrial Argentina y la Cámara Argentina de Comercio, el flamante ministro de Producción, Dante Sica, pronosticó sin pelos en la lengua que nos preparemos para un segundo semestre "difícil".

Después del tercer paro general de la CGT durante su mandato, en poco tiempo más Mauricio Macri se estará enfrentando a la peor cara del ajuste. Ocurre en momentos en que el propio titular de Red Solidaria, Juan Carr, se manifestó preocupado por la grave situación social que viven muchos compatriotas. “Oficialmente, aumentó el número de personas en la calle. Es una catástrofe. Se produjeron cinco fallecimientos por frío en Argentina en las últimas semanas por esta causa”, describió.

Para Carr se trata de "un momento complejo para el país". "Hace unos cuatro años, teníamos 800 personas en situación de calle en la Capital, hoy hay al menos 1100 casos”, disparó el dirigente social.

Además, se refirió al crecimiento de la indigencia y el hambre: “Empezaron a aparecer chicos con bajo peso porque empieza a haber más demanda de comida en los comedores comunitarios. Es posible que los casos de bajo peso hayan aumentado", afirmó. “Es insoportable ver a un chico desnutrido o a una persona en situación de calle”, agregó.
Estas revelaciones, que pegan por debajo de la línea de flotación de la Casa Rosada, aterrizan en días cruciales, cuando el Presidente deberá empezar a recorrer el territorio helado del ajuste que le marcó el FMI.

Se trata de una situación en la que ningún jefe de Estado quiere estar. Mucho menos ante el período que inaugura un proceso electoral que terminará en octubre del próximo año y que le viene como anillo al dedo a la oposición. En un par de semanas Macri deberá decidir sobre qué sectores de la economía real y financiera recaerá el inevitable achicamiento por unos $200 mil millones que se deberá aplicar para cumplir con el único requisito imprescindible comprometido ante el Fondo Monetario Internacional. La receta más dura será bajar el déficit fiscal primario del 2,7% al 1,3%. En otras palabras, Macri tendrá que definir quién perderá poco, quién bastante y quién mucho. La Iglesia le advirtió que el peso de las medidas no recaiga en los pobres.

EL MALHUMOR PRESIDENCIAL

Después de decir que “estamos en el camino correcto”, “lo peor ya pasó” y “el mundo reconoce que estamos haciendo las cosas bien”, el optimismo del Presidente en público contrasta con lo que dice en privado.

“Nos está saliendo todo como el orto”, asegura a sus interlocutores en la intimidad de su despacho de la Casa Rosada. El jefe de Estado tiene en claro que de aquí en más todos perderán y que su trabajo será lograr que esas pérdidas sean lo menos dolorosas posible y que dejen la menor cantidad de daños para el mediano y largo plazo. También deberá pensar y repensar la estructura económica del país real que ayudará a impulsar lo más rápido posible la recuperación del tejido productivo. Macri sabe además que después del reciente paro, los gremios están con la guardia alta. El dato de que en 35 años de democracia se hayan concretado 43 paros generales es un claro indicador de que en comparación con los otros países de la región Argentina tiene a sus trabajadores en un grado aún muy alto de combatividad y organización.

Fue la tercera huelga general a Macri que ya tiene una cada diez meses. El récord aún está en manos de De la Rúa: una cada tres meses. Contra Alfonsín la CGT declaró nada menos que 13 paros. Y ninguno a Cristina Kirchner en su primera presidencia. Ya hay fuentes del Gobierno que admiten que para frenar el malestar sindical, se volverán a abrir las paritarias para reajustar los salarios hoy fuertemente deprimidos por la inflación.

UN PLAN CONTRA LA RECESIÓN EN EL MAZO

Mirando hacia el futuro, hay quienes aseguran que luego de la crisis cambiaria y la tranquilidad del mercado de los últimos días, el Gobierno prepara un relanzamiento de la gestión. La idea que se maneja para paliar la recesión que viene es más créditos para las pymes, más inversión privada en las obras públicas, mayor moderación en las subas de tarifas de la energía, más planes de empleo y una promesa de baja de tasas de las Lebac cuando se estabilice el dólar para buscar reactivación de la economía. Todo esto todo forma parte de un paquete reactivador que estudia el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne , para sostener cierto crecimiento del PBI, que pese a las turbulencias el Gobierno estima en un 1% para el final de 2018.

Macri sabe que ahora llegó el momento más duro: tiene que cumplir a rajatabla con los deberes del FMI. Le toca hacerlo justo en momentos en que la crisis aprieta con singular rigor en la mesa familiar. Un ejemplo de ello, son los números crudos que dan cuenta que casi la mitad de los habitantes de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires disminuyeron las raciones de comida en el último año. Las caídas aún más fuertes se registran en el segundo cordón del sur y del oeste del conurbano. También la mitad de esos ciudadanos tienen alguien de su hogar que perdió el trabajo en los últimos doce meses, con puntos críticos igualmente en el segundo cordón, pero con altos índices en la propia Ciudad de Buenos Aires.

En este escenario, seis de cada diez personas dice que el sueldo no le alcanza y esta en dificultades, a lo que se agrega que una elevada proporción afirma que las dificultades que afronta son muy grandes. Son mayoría también los que cambiaron las marcas que compran y consideran que su situación económica es mala o muy mala. Tampoco creen en una perspectiva: más de la mitad de la gente asegura que dentro de un año estará igual o peor.

Las conclusiones tomaron estado público a través del Monitor de Clima Social (MCS) relevado periódicamente por el Centro de Estudios Metropolitanos (CEM), un centro interuniversitario que integran la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET); la Universidad Nacional Arturo Jauretche y la Universidad Nacional de Hurlingham. El estudio estuvo a cargo del director del CEM, Matías Barroetaveña. Se entrevistaron telefónicamente a 1621 personas de toda la ciudad de Buenos Aires y los distritos del conurbano bonaerense, respetándose las proporciones por edad, sexo y nivel económico-social.

LA SITUACION SE AGRAVO EN CUATRO MESES

Como es obvio, una de las evaluaciones fundamentales es sobre la seguridad alimentaria. El MCS lo mide en forma periódica y lo que se percibe, comparando con la medición de febrero, es que la situación se agravó en estos cuatro meses. En febrero, un 37 por ciento de todos los consultados afirmó que en su hogar disminuyeron las porciones de comida por razones económicas. Ese porcentaje subió en éste Monitor, el de junio, al 48 por ciento. Como se ve, un agravamiento dramático.

Sin embargo, lo más serio surge al discriminar esos datos. Según consigna el Monitor, nada menos que el 64% de los consultados en el segundo cordón del sur del conurbano dijeron que redujeron las porciones. Se trata de zonas muy populosas como Quilmes, Berazategui, Almirante Brown y Florencio Varela, entre otras. El porcentaje es casi idéntico un 62% en el segundo cordón de la zona oeste, es decir Moreno, Merlo, La Matanza, entre otros municipios. En todos ellos, hay una intensa labor de las intendencias a través de los comedores, que según los propios intendentes vieron subir muchísimo la cantidad de personas que van a recibir una comida y la de chicos que ahora comen en los colegios.

En el índice de seguridad alimentaria el Monitor también incluye una pregunta sobre hambre. En concreto, se pregunta si algún integrante de la familia pasó momentos de hambre por razones económicas durante el último año. En esas zonas profundas del conurbano, los porcentajes de los que contestaron que pasaron momentos de hambre superan el 40 por ciento.

Todo indica que el panorama se agravará. La inflación de este año podría superar el 30%, ubicándose por arriba del 27% prevista por el Gobierno y el Fondo Monetario Internacional (FMI), que basaron sus cálculos en el último Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del Banco Central. La próxima ronda de aumentos salariales por la reapertura de paritarias, el traslado de la devaluación a los precios y nuevos ajustes en los combustibles y las tarifas empujaron al alza las proyecciones del sector privado, aunque los analistas advierten que la recesión y las tasas altas de interés en pesos podrían servir como dique de contención del proceso.

LA LLUVIA VERDE PARA CALMAR LA TORMENTA

La llegada de los 7.500 millones de dólares provenientes de la liberación del dinero del FMI, y su correcta utilización que se distribuirá en 100 millones diarios vía subastas, permitirá que, por primera vez desde abril, el Gobierno tenga cierto tiempo para poder trabajar con estabilidad cambiaria. En un país con la cultura dolarizada de la Argentina, resulta un factor imprescindible para poder pensar en una estrategia de mediano plazo.

Como mínimo, permitirá que gran parte de la clase media y alta argentina (la que consume y puede mover la economía) deje de pensar diariamente en el precio de la divisa como único factor de mejora o caída de la situación económica del país. Pero una vez lograda la estabilidad, llegará el momento de encontrarse con una realidad dolorosa. El flamante ministro de la Producción, Dante Sica, tendrá como primera, y muy difícil, misión lograr que el país no caiga en recesión entre el segundo y el tercer trimestre del año. Luego trabajar para que algunos sectores que se puedan beneficiar con la devaluación traccionen cierta mejora en la actividad que le permita a Mauricio Macri "salvar el año" y lograr que en 2018 haya un crecimiento de la economía que le permita al país salir de la maldición de los años pares.

Pero en paralelo, Mauricio Macri deberá aplicar un tan severo como inevitable ajuste en la economía, que afectará a muchos sectores. Para tener idea de la dimensión de lo que se viene, hace pocos días el politólogo Sergio Berensztein lo graficó de manera cruda y simple: el ajuste comprometido ante el FMI es el doble que el fallido plan que en su momento Ricardo López Murphy elaboró en su fugaz paso por el Ministerio de Economía en 2001, durante el Gobierno de Fernando de la Rúa. Y como reconoció hace horas el ahora ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, la hora actual indica aplicar el acuerdo con el FMI, o el peligro de una crisis mayor.

El actual esquema de ajuste y restricción del gasto público en las áreas sociales, que lleva adelante el actual gobierno, y que se verá incrementado a partir de las exigencias del FMI, también impactará fuertemente en salud y en el indicador más relevante de calidad de vida que es la Tasa de Mortalidad Infantil, según refieren numerosos estudios internacionales.

Frente a este escenario, el Gobierno se ve obligado a mostrar una austeridad absoluta. La sociedad no tolerará dirigentes que exhiban bienestar injustificable en medio de un ajuste, siempre injusto para el simple ciudadano. Deberá además evitar al máximo las frases dibujadas de optimismo. A Mauricio Macri y sus ministros sólo les quedará hablar con la verdad. Cruda y directa. La que se evitó al comienzo de la gestión. La actitud que sí tuvo María Eugenia Vidal al momento de su asunción como gobernadora de Buenos Aires cuando declaró, sin vueltas, que la provincia que había recibido estaba quebrada. Una valentía a la que el Presidente de la Nación no se animó a reconocer. Pronto llegará el momento de hacerlo y de demostrar liderazgo, si es que pretende arrimar la bocha a lo más cerca posible de la reelección.

Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información, graduado en la UNLP y analista político. Su correo electrónico es jorgejoury@gmail.com. Si querés consultar su blogs, podés dirigirte al sitio: Jorge Joury De Tapas.