*Por Jorge Joury

Los candidatos opositores ya alinearon sus discursos en una misma dirección. Tanto Cristina, Sergio Massa y Florencio Randazzo, eligieron pegarle al Gobierno por el lado de las penurias económicas y sociales. Encuentran caldo de cultivo en las bajas defensas de una economía que no despega. Encima, el fuego se avivó más, por el fuerte aumento del precio de los combustibles en plena campaña, convirtiéndolos en unos de los más caros del mundo. Lo que se dice, un pelotazo en contra para el oficialismo, ya que estas medidas terminan siempre impactando en las góndolas. Además, ya avisaron que habrá otro reajuste en las estaciones de servicio para octubre, aunque tenga un costo electoral. Comentan que el enojo llegó hasta La Plata, donde María Eugenia Vidal hizo saber su disgusto por la decisión del ministro Juan José Aranguren. A todo esto, la preocupación de los operadores es hasta dónde llegará la suba del dólar, teniendo en cuenta la fuerte trepada experimentada en los últimos días. ¿Y si supera los $18 en el corto plazo?.¿Lo frenarán desde el BCRA o seguirá su escalada?.

Frente a este escenario, la oposición pone su gran apuesta al bolsillo, que indudablemente votará y en la Provincia lo hará por partida doble. No hay demasiada interpretación para hacer. En el conurbano profundo, hay miles de familias sin trabajo, que ni siquiera cuentan con changas. La clase media urbana que votó a Macri, tampoco la está pasando bien. En Cambiemos miran la situación de reojo y para calmar la fiebre le proponen a la sociedad elegir entre dos proyectos. Volver al pasado o subirse al tren de la esperanza, aunque su parada sea aún incierta, ya que no se visualiza un rápido crecimiento de la economía. Desde el oficialismo, lo que se sugiere, sin explicitarlo abiertamente, es el temerario menú de más sangre,sudor y lágrimas, con un ajuste que se cocina a fuego lento para después de octubre. La propuesta encubierta es suficiente, para que se le ponga tensa la mandíbula a una porción de la población que abriga la idea de que si la oposición gana, habrá límite para la actual gestión y se dispersará la posibilidad de una sangría mayor.
En ese lago de zozobras, donde aún hay un tarifazo pendiente antes de fin de año en el costo de la energía, es donde más pesca la figura de Cristina Kirchner. El Gobierno lo sabe y le teme, más aún, cuando las primeras encuestas están mostrando un cabeza a cabeza entre ella y Cambiemos. Era lo que esperaba el macrismo, pero hay quienes sostienen que Durán Barba engordó demasiado a CFK.
En la guerra de las encuestas, la ruleta es variada. Unos dicen que, hoy por hoy, la ex presidenta Cristina Kirchner gana con comodidad. Otras dos, que hay un virtual “empate técnico”, aunque en una está primera la ex presidenta y en la otra, el saliente ministro de Educación Esteban Bullrich. Y un cuarto sondeo plantea una pelea cerrada entre ellos dos y el líder del Frente Renovador, Sergio Massa.
Mientras tanto, Florencio Randazzo permanece en vía muerta y no despega. Es el único cuarto indiscutido y se mantiene en 5 puntos. No obstante, el porcentaje del hombre de chivilcoy es vital para Cristina y Massa. Los dos espacios quieren ir por ellos para desequilibrar la balanza. Sin embargo, en Cambiemos están dispuestos a realizar todos los esfuerzos para sostener la candidatura del ex ministro y de esa forma mantener fragmentado al peronismo.
LA ESPERANZA CONTRA LOS MIEDOS
Tratando de salir de ese corset, Mauricio Macri ensayó un ligero cambio de discurso ante su pelotón en la cena grupal en Olivos.A la promesa de cambio, le sumó el pedido de mantener la esperanza, promoverla y hacerla crecer entre la gente.Las primeras espadas del Presidente ven por lo menos cuatro amenazas que podrían hacer crujir su estrategia electoral. Temen que se desnaturalice le campaña por las protestas de grupos kirchneristas, que se instale la idea de que se viene un ajustazo para después de octubre, que CFK crezca demasiado y que esté sobreestimada la capacidad de trasladar la imagen de María Eugenia Vidal a sus candidatos.
Los estrategas de la Casa Rosada saben que la oposición va a intentar pegar por el lado del posible ajuste post-electoral. Por eso lo mantienen en la penumbra, aunque en privado reconocen que existe un plan para reducir el déficit. En el Senado el propio Marcos Peña se encargó de señalar que "no hay que agitar ni temer fantasmas de grandes ajustes", con lo que apuntó a desactivar uno de los argumentos más utilizados por la oposición.
OCHENTA MIL MILLONES DE RAZONES
El rumor que pulula por los pasillos de la Casa Rosada,es que el Gobierno guarda bajo siete llaves para después de las elecciones, un plan de reformas y transformación. Macri sostiene que mucho tiempo más la situación de esta manera no se puede sostener. Sus operadores creen que las posibilidades de introducir reformas de largo plazo, dependen en gran medida del resultado electoral. No obstante, son conscientes que aún en el mejor escenario, no contarán con las mayorías parlamentarias que desearían.
Frente a esta fotografía, ha resurgido en la mesa de discusión realizar algo a lo que Macri siempre fue esquivo. Es decir, hacer un gran acuerdo. Una suerte de pacto de gobernabilidad para armar una convocatoria amplia a todos los sectores productivos, gremios, partidos políticos y organizaciones sociales para avanzar hacia una serie de medidas estructurales.
Hay quienes señalan que se trataría de reformas tributarias, fiscales y previsionales, cambios en el financiamiento de las campañas políticas, en la Ley de Etica Pública, en los organismos de control y en el Poder Judicial. Macri apunta a un achicamiento del gasto público de 80 mil millones de pesos y bajar el costo argentino para favorecer inversiones. En esa dirección se trabaja en una amplia reforma tributaria que elimine impuestos, aportes y contribuciones, incentive las contrataciones en blanco y aplique multas para los empresarios que contraten mano de obra en negro. También está en análisis, una ambiciosa reforma previsional de la que no se conocen detalles, aunque suena también la versión de la posible vuelta al sistema privado de AFJP. También se señala la posibilidad de subir la edad para jubilarse porque cada vez es mayor la expectativa de vida y el sistema no resiste.
NO HAY PLAN B EN CASO DE FRACASO
Llevar adelante estas iniciativas, significa contar con el poyo del PJ, especialmente de los gobernadores considerados cercanos, para conseguir los votos en el Congreso y el apoyo político, ya que se trata de iniciativas que pueden desatar polvareda. Otro de los temas que asoma en el horizonte para ser reimpulsada, es la reforma política trabada en el Congreso, que incluía la boleta electrónica y la homogeinización del calendario electoral. A ello se le sumará la derogación de las PASO y un nuevo régimen de transparencia en el financiamiento de las campañas políticas, en base a recomendaciones de las ONG Cippec y Poder Ciudadano.
Lo que no está claro aún es la modalidad que tendría la convocatoria. Macri no comulga con las grandes mesas de negociación, porque basta con que uno de los actores se levante disgustado, para que sobrevuele la idea del fracaso. El Presidente no quiere pagar estos costos. El problema es a quien convocar para la discusión, ya que los industriales son un problema y los partidos no tienen liderazgos claros.
Por estas horas las apuestas más fuertes se las llevan los gobernadores peronistas, aunque se aclara desde la Casa Rosada, que se excluyen de la movida al cristinismo y a cualquier vestigio camporista. El gran interrogante es qué pasará si el Gobierno no gana, ya que no existe un plan B. Con lo difícil que está la Provincia con Cristina con un piso de 30 puntos, otro de los dilemas es cómo dar la pelea en el resto del país.La evaluación del oficialismo es que podrían ganar 8 provincias, perder en otras 8 y disputar la paridad en las 8 restantes. En medio de esa ruleta, las expectativas de fuertes cambios para después de octubre aparecen como difusas.
Se trata de medidas muy pesadas, como la reforma política que sacudiría a todos los partidos y un cambio en el sistema tributario. Otro dato no menor, es la alteración de las condiciones laborales, que podrían servir para poner en pie de lucha a los gremios. Y finalmente, una revisión del esquema previsional, podría encender una reacción social adversa. Son señales preocupantes que aparecen en medio de la campaña, servidas en bandeja para que la oposición alimente el voto bolsillo, como único freno al ímpetu que quiere imponer la Casa Rosada.
*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información. Su correo electrónico es jorgejoury@gmail.com. Quienes quieran consultar sus artículos, pueden dirigirse al blogs: Jorge Joury De Tapas.