*Por Jorge Joury.- Muchas veces dije desde esta columna que Cristina es un animal político impredecible y siempre dispuesta a jugar al límite. Hay quienes aseguran que con su nueva movida, descoloca al Gobierno y lo obliga a cambiar de táctica. Por de pronto Mauricio Macri se quedó sin una enemiga directa a la que enfrentar. O dicho de otro modo: lo privaron de su principal argumento y motivador de discurso de campaña, teniendo en cuenta que carece de méritos y logros propios para exhibir. Hasta ahora todo lo actuado estuvo centrado en polemizar y agrandar la disputa con la ex presidenta. Por lo que se ve, Cristina Fernández le corrió el arco y como es su característica, volvió a sorprender. Su movida, más allá de sacudir a los analista y obligarlos a cambiar la pizarra, dejó viejas en minutos a las tapas de todos los diarios del sábado. Casi sobre el filo de cierre de listas, la ex presidenta tomó conciencia de lo que muy pocos en su entorno se atrevían a sugerir: su figura podía brindar un triunfo electoral, pero no garantizaba la amplitud necesaria para gobernar un país en crisis y al borde del abismo, a partir del 10 de diciembre. ¿Será cierto lo que está haciendo o forma parte de otro plan que desconocemos?, se preguntan algunos.

También hay  quienes interpretan que con su anuncio, no es difícil entender que Cristina con Alberto Fernández como mano derecha, busque opacar la foto del próximo martes en los tribunales de Comodoro Py, donde deberá estar en el banquillo de los acusados por primera vez en un juicio oral.  Alberto Fernández no es una casualidad. Es un hombre de peso en la Justicia,  por su fuerte llegada a algunos jueces. Pero también para adentro del peronismo podría pensarse que se trata de un dirigente clave del denominado Grupo Calafate, que llevó a Néstor Kirchner a la Presidencia. Tiene buena cintura, probada experiencia de gestión, disposición al diálogo y relaciones aceitadas con el poder real y con el peronismo, pero atención y aquí habrá que levantar las antenas, porque no tiene pergaminos electorales que acrediten una victoria. En síntesis, de trata de un jugador de probada experiencia y hoy clave en el nuevo formato que exhibe CFK. Pero sin popularidad propia. Nadie olvida que en el pasado, Alberto Fernández fue uno de los principales detractores de la propia Cristina y de los máximos dirigentes de la Cámpora y que al mudarse al espacio de Sergio Massa, aprovechó para dispararles con munición gruesa. Pero, para poder ir armando las piezas de este rompecabezas, hay que poner la mira en el último viaje a Cuba de Cristina. Allí la ex presidenta hizo tres cosas. Lo primero fue acompañar a su hija, que está complicada de salud, preparar la presentación del libro "Sinceramente" y analizar otra posible sorpresa: postularse como vice de una fórmula compartida con Alberto Fernández. Pero el plan se malogró cuando el domingo pasado su amigo Eduardo Valdés de llegada al Papa Francisco, especuló por radio con la posibilidad de que la fórmula fuera Kirchner- Fernández y jugó con los apellidos de sus hijos ella lo llamó y riéndose lo increpó casi amorosamente: "¿Qué andás diciendo, Eduardo?". Él, que le insiste hace rato con que se corra del lugar de mayor esfuerzo y exposición, le dio su visión: que el acto en la Feria del Libro había sido "un acto de amor" y que así como el libro podría haberse llamado Néstor y Cristina, la fórmula para este año podría ser una síntesis de la historia política del matrimonio colocando a Alberto Fernández en el podio.
¿Por qué Cristina ahora podría perdonarlo a Alberto Fernández después de tantas disidencias y ofrecerle semejante primer lugar?. Una de las hipótesis que agitan los analistas por estas horas, es  que esta fórmula sea un primer paso para que Cristina finalmente desista de todo, principalmente por la salud de su hija y pensando que el próximo gobierno no tiene nada que repartir para consolidar su proyecto populista. Dentro de todo, con el manejo del Senado y asegurándose que la Justicia lo se le venga a la yugular, a Cristina le resultaría más fácil hacerlo desde un  segundo puesto que desde el primero. Estaría menos expuesta. Y quienes la entienden más generosa, imaginan que luego de armar un frente que contenga a sus seguidores incondicionales con el resto del PJ se bajaría. Y quienes la consideran más especulativa suponen que fue la forma que eligió para transitar el inicio del juicio oral, que finalmente ocurrirá el próximo martes y que, cuando esté más claro el panorama de la causa y los tiempos de Comodoro Py, desista de ser candidata a algo

En esta última línea se inscriben quienes entienden que la senadora necesita estar formalmente en un espacio político para poder ubicar en las listas a todos los que requieren estarlo y que la cubran en un futuro inmediato ante los embates de la justicia. Desde su hijo Máximo hasta quienes supieron estar con ella siempre y les debe de mínima un espacio en las eternas listas legislativas de la provincia de Buenos Aires o incluso en las candidaturas municipales. Una vez concluida esa tarea volvería a su banca de senadora.

De hecho, contrariamente a la tradición, esta vez el kirchnerismo no anunció su fórmula en la víspera del cierre de inscripción de listas sino un mes antes. Existe tiempo de sobra para los reacomodamientos, negociaciones y muchas sorpresas más, donde todo está por verse.
En este marco, se puede interpretar que su candidatura a vicepresidenta, sería un intento por asegurar la transferencia de votos, que puede ser leído también como una forma para que ella gobierne sin estar en la presidencia. Una suerte de doble comando en el que, al menos en el inicio de la gestión, la vicepresidenta tenga más poder que el presidente. "Alberto, a la presidencia, Cristina, al poder", seguramente murmurarán los que la aman y los que la odian. Lo cierto es, por lo que trascendió en su entorno, la  ex presidenta le comunicó la decisión a su primer espada, Alberto Fernández, el miércoles por la tarde. Entonces la Corte Suprema todavía no había dado marcha atrás en la medida que había tomado el lunes, que postergaba el primer juicio oral contra Cristina, pautado para el martes que viene. Pero ese día ya se había hecho sentir la bronca de los que colocan a la ex presidenta por fuera del sistema democrático y vieron en la jugada de la Corte un pacto de impunidad.

En el Instituto Patria aseguran que ese episodio no influyó en su decisión, que era algo que analizaba desde hacía rato. Es más, cuando el jueves se corrió el rumor de que ella podría declinar su candidatura, sus asesores lo atribuyeron a una operación de un sector del oficialismo que buscaba argumentos para convencer a Mauricio Macri de dar un paso al costado.
"La coalición que gobierne deberá ser más amplia que la que haya ganado las elecciones", había dicho Cristina en varias ocasiones. Lo repitió, en el video que subió a las redes sociales. El concepto también lo reiteró Máximo Kirchner en sus últimas apariciones públicas. La gran incógnita es si la alquimia electoral pergeñada por ella será determinante en la búsqueda de ese objetivo.

Aún antes que eso, habrá que ver si su presencia en la boleta basta para consolidar el frente que venía construyendo con su figura como factor aglutinante, y que incluye desde gobernadores como Gildo Insfrán, Lucia Corpacci de Catamarca, Rosana Bertone, de Tierra del Fuego, a su cuñada Alicia Kirchner de Santa Cruz, o a dirigentes como Juan Grabois , pasando por sindicalistas como Hugo Moyano. Los pocos referentes del kirchnerismo que sostenían que  no sería candidata argumentaban que no querría hacerse cargo de un país en ruinas, donde no hay nada por repartir y en el que habrá que tomar algunas medidas impopulares y acordar con factores de poder con los que Cristina ya no tiene posibilidad de conciliar, como el FMI.

Los observadores se preguntaban en las últimas horas: ¿Por qué se arriesgaría Cristina a encabezar un gobierno casi sin margen para el éxito, después de haberse ido de la Casa Rosada con una Plaza de Mayo repleta?. La candidatura a la vicepresidencia, se presenta hoy como una respuesta intermedia, que deja la incógnita sobre el papel que ella jugará a partir del 10 de diciembre, si es que Alberto Fernández recibe la banda presidencial de manos de Macri. Con esta jugada, ahora Cristina puso la pelota en la cancha de Juan Schiaretti. Frente a este escenario, el Peronismo Federal tendrá que definirse. O van para la vereda de ella, o se juegan por espacio propio con radicales, Lavagna,  Massa y Urtubey, todos transitando por la avenida del medio para cerrar la grieta.

*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información, graduado en la UNLP y analista político. Su correo electrónico es jorgejoury@gmail.com. Si se quiere acceder a su blogs, dirigirse al sitio: Jorge Joury De Tapas.