Columnas integradas por distintas generaciones de mujeres colmaron las avenidas del centro porteño tras la concentración frente al Congreso Nacional y la posterior movilización hacia Plaza de Mayo, donde estipularon la lectura de un documento para culminar el tercer Paro Internacional Feminista.

De acuerdo a los organizadores, participaron colectivos de “lesbianas, travestis, trans, bisexuales, personas no binarias, gordas e intersex junto a trabajadoras ocupadas, desocupadas, precarizadas y representantes de la economía popular”.

Grupos conformados por niñas, adolescentes, adultas y abuelas marcharon nucleadas bajo una misma consigna: reivindicar los derechos vulnerados en distintos ámbitos. Todas lucieron pañuelos verdes, símbolo de la campaña para la legalización del aborto; violetas -insignia de rechazo a la violencia machista- o naranjas: emblema del pedido por la separación entre la Iglesia con el Estado.

Otro reclamo visible fue la protección a las víctimas de violación que quedaron embarazadas y no accedieron a la interrupción legal del embarazo mediante diferentes consignas en pancartas o intervenciones artísticas.

Las primeras voces sobre el escenario ubicado en el icónico espacio verde frente a la Casa Rosada expresaron diferentes denuncias. En primer lugar, expusieron a la Confederación General del Trabajo por retirar la donación para montar la estructura. También expresaron su repudio a organizaciones que entorpecieron el desarrollo del acto, rechazaron el accionar policial debido al pedido de coimas y escracharon tanto al gobierno nacional como al de la ciudad por intentar frustrar la manifestación.