*Por Jorge Joury

Supieron ser aliados estratégicos en más de una década. Pero la política que los unió, al final del camino los terminó separando por significativas diferencias. El divorció ya está oficializado entre Cristina Kirchner y Miguel Pichetto. Probablemente ya no se saluden al cruzarse por el ascensor del Congreso. Es casi cosa juzgada, que el peronismo irá dividido para el 2019. Tras el duelo de artillería y el olor a pólvora que dejaron flotando en el aire del Senado, ambos contendientes se terminaron colocando el traje de candidatos, cada cual a su manera. En los discursos marcaron sus diferencias y la oferta electoral. Los analistas creen que la ex presidenta de aquí en más centrará su campaña en dos ejes: la victimización de su figura por una "persecución política" y el ataque frontal hacia Mauricio Macri, aprovechando el crítico momento con la economía en falsa escuadra.
Cristina sabe que su base electoral se mantiene inalterable en el Gran Buenos Aires, aunque para volver al sillón de Rivadavia tendrá que tejer significativas alianzas en el interior del país. Según Poliarquía, la imagen positiva de la senadora subió dos puntos respecto a julio, alcanzando el 32% (la negativa ronda los 50 puntos).
Pero el dato más relevante es que en el Gran Buenos Aires el apoyo creció siete puntos en el último mes. Esto marca que si bien es cierto que los cuadernos de Centeno han producido una explosión en la política, sus misteriosas derivaciones tal vez no sean lineales. La Casa Rosada acaba de recibir el resultado de 20 encuestas sobre focus groups. Para asombro de quienes las contrataron, un número ínfimo de consultados hizo una referencia espontánea al Gloriagate. De acuerdo con ese estudio, cuanto más se ingresa en el conurbano bonaerense, menos relevante parece ese escándalo que brota por los poros de los tribunales de Comodoro Py como una epidemia devastadora.
Los politólogos coinciden en que el discurso de Cristina Kirchner en el Senado estuvo dirigido a su electorado más duro. Fue una muestra cabal de que la senadora de Santa Cruz mostró que está viva y dispuesta a dar pelea contra el Gobierno en las elecciones presidenciales del año que viene.
El slogan que enarboló pareció interpretarse como "vamos por todo porque ahora vienen por mi". Durante los 45 minutos que duró su discurso apuntó y tiró a la cabeza de Macri. Los especialistas creen ver también un posicionamiento político para su militancia, en abierto enfrentamiento con el peronismo federal que timonea Sergio Massa.
Para las primeras espadas de la Casa Rosada, hubo un momento relevante sobre el ring. Fue cuando la ex jefa de Estado disparó la frase: "no me van a hacer arrepentir. Si creen que con los Bonadio, los desafueros, me voy a arrepentir, no. No me arrepiento de nada de lo que hice". Esto fue visto como una afrenta directa a Macri y a Cambiemos. Es decir, un virtual lanzamiento de su campaña presidencial.
En el gobierno ahora se frotan las manos, porque sueñan polarizar con ella y capitalizar la base negativa de votantes que tiene CFK en un posible ballotage.
Durante la extensa sesión que se realizó en el Senado, la vicepresidenta Gabriela Michetti también evitó enfrentarse con ella, incluso cuando la acusó de haber tenido en su casa bolsos con dinero en una causa que "casualmente prescribió", dijo.
A diferencia de otras oportunidades en que Michetti se cruzó con Cristina, esta vez la dejó hablar más de la cuenta para evitar que se victimizara. Allegados a Michetti dijeron que "Cristina Kirchner tiene como única manera de defenderse la estrategia de ataque construyendo ficciones de persecusión y proscripción". De esta manera, Michetti coincidió con el resto del gobierno en que la ex presidenta usará en adelante la estrategia de sentirse "una perseguida política".
En lo que tiene que ver con Miguel Pichetto, por primera vez el senador tomó el cuchillo que le envió Cristina y le retrucó a modo de amenaza que se quede en el recinto, "porque voy a hablar".
La ex jefa de Estado lo había acusado de un "intenso fuego amigo" alrededor de la causa de los cuadernos donde ella está sindicada como la cabeza de una asociación ilícita. También lo ninguneó como candidato. "Si me partiera un rayo, algunos igual no llegarían nunca a Presidente por el voto popular. Parece que a algunos se les quemaron los papeles y entonces la caballería judicial arremete con fuerza", le disparó sin anestesia y con saña al rionegrino.
Tras esa andanada de Cristina, Pichetto explotó y dijo mucho más que lo que se esperaba de él, después de años de haber sufrido maltrato de los Kirchner. Hasta llegó a reconocer lo que todo el mundo político sabía: que el Congreso no tuvo ni un mínimo de autonomía durante todo el Gobierno de los K.
Fue el momento donde Pichetto sacó a relucir su perfil de candidato y aprovechó la centralidad que Cristina le dio en el recinto. Se ubicó en el lado opuesto de Cristina que Cambiemos cultivó con mucho trabajo para Mauricio Macri y se pintó la cara contra la ex presidente declarándole la guerra que ningún otro representante del peronismo racional se animó hasta ahora. En síntesis: se quedó con el lugar que el PJ no se atrevió aún a ocupar y que Cristina de Kirchner le obsequió en medio de su crispación. Hoy nadie garantiza que Pichetto lo pueda conservar en el futuro, pero sin lugar a dudas que todavía lo debe estar disfrutando.
Pichetto fue claro cuando le había pedido a la ex presidente que no se fuera. "Si hace tres semanas ella misma hubiera decidido allanarse a esa medida, hubiera aliviado la tensión sobre el Senado y hasta hubiera sido saludable sobre su propia defensa". Fue una suerte de disparo al corazón para cerrar todos los argumentos conspirativos que Cristina había puesto sobre el tapete.
"He escuchado afirmaciones que merecen el rechazo a nivel institucional... creer que es una conspiración interna.... mire: hay un fallo que hay que recordar, he defendido el derecho de Carlos Menem a ser candidato a senador; las garantías, las libertades y los derechos son de todas las personas, lo hice con él cuando nadie lo defendía, cuando era objeto de repudio", le dijo. Cristina no disimuló en su rostro el dolor del latigazo que la comparen con el caudillo riojano. Hubiera preferido que se la trague la tierra.

*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información, graduado en la UNLP y analista político. Su correo electrónico esjorgejoury@gmail.com. Si querés consultar su blogs, podés dirigirte al sitio: Jorge Joury De Tapas.