Es evidente que Sergio Berni tiene otra manera de operar para neutralizar a la denominada mafia policial.
Con su metodología, se diferencia claramente de la ex gobernadora María Eugenia Vidal. Prefiere operar sobre el terreno.
El ministro de Seguridad recorrió hace unos días cerca de cuatro mil kilómetros de la Provincia a bordo de un ómnibus, pueblo por pueblo. Lo hizo para observar cada geografía y recoger opiniones en materia de seguridad. Pero además, coronó su acción desembarcando camuflado de vecino con barbijo, para ver como estaban las cosas en una comisaría.
Hace unos días, se cubrió el rosto con un tapabocas y se acercó, como “un poblador más” a hablar con el comisario a cargo, para hablar sobre la seguridad en el barrio.
Sergio Berni, se presentó hace unos días, a las 8.35 de la mañana, en la Comisaría 2da de Lima, partido de Zárate.
Hay que decir que se trata del lugar de residencia del propio Berni, una ciudad de más de 10 mil habitantes, distante a 20 kilómetros de la cabecera del distrito.
Berni tiene el olfato y la disciplina que le aportó la carrera militar. Lo que se encontró, fue un verdadero desmadre de la comisaría. La titular, Haydee Vallejos, no se encontraba en su lugar de trabajo, y el Jefe de Turno, de apellido Sánchez, había salido. Nadie sabía explicar los motivos de semejante ausencia de poder en el lugar.
Berni no logró que nadie lo atendiera hasta que, impaciente, saludó a un policía que esperaba que llegara su relevo detrás del mostrador. “Lo veo muy relajado, mirando un video, mientras en mi barrio se roban todo, ¿dónde está el comisario?”, preguntó el ministro. Recién entonces se descubrió el rostro y reveló su identidad, ante la mirada absorta del oficial que quedó atornillado en el piso.
El policía se quiso morir, el vecino no era ni más ni menos que su Jefe principal. Y así lo narró en un audio que se viralizó rápidamente. Según contó, informó al Ministro la situación. Más molesto aún, Berni convocó a todas las autoridades a una reunión con el jefe de la departamental. Con voz metálica, el titular de la cartera disparó una de las frases de su manual: “En media hora los quiero acá a todos”, ordenó.
Haydeé Vallejos se desempeña al frente de la Comisaría 2da desde agosto del año pasado y, a juzgar por los comentarios de sus subalternos, tiene la costumbre de llegar tarde.
Luego se supo que los policías de la comisaría no fueron desafectados, pero sí se les aplicaron días de suspensión, una medida que implica descuentos salariales y recorta los tiempos mínimos para lograr un ascenso.
Esta experiencia itinerante de ir pueblo por pueblo para recoger experiencias, tal vez haya llevado al ministro de Seguridad a poner en marcha fuertes cambios en la fuerza para asegurar la verticalidad y el control más adecuado de la fuerza.
Para ello dispuso en las últimas horas, que sean los intendentes los que podrán elegir al jefe policial y definir el plan de seguridad. Berni sabe que nadie mejor que los alcaldes bonaerenses para conocer los vericuetos de la entretela de la geografía local.
A propósito de ello, recuerdo que en una oportunidad durante un diálogo con un intendente, me enseñó en un mapa de su distrito, donde él había marcado los lugares donde operaban los desarmaderos, lugares en que se desmantelan autos robados.
Me confió que sabía de todos los movimientos, pero que no podía actuar porque "ese es un territorio del dominio de la Policía bonaerense, al igual que los prostíbulos y el juego clandestino". Además en ese momento me confesó que "las comisarías están tarifadas y tienen más valor por lo que recaudan del delito". Tal vez ahora con la nueva mecánica de Berni, de aquí en más, las cosas puedan empezar a cambiar. Hay que señalar que con esta movida estamos frente a uno de los mayores cambios en la fuerza desde las reformas aplicadas por el ministro León Arslanián durante la gobernación de Eduardo Duhalde.
De un plumazo, Berni disolvió las 33 jefaturas departamentales y las 70 jefaturas distritales, que eran los nexos entre las policías locales y la jefatura central. En su reemplazo ordenó la creación de 58 policías departamentales de seguridad, que funcionarán en los 44 distritos de más de 70.000 habitantes que tenían Policía Local y otros 14 que, pese a ser más chicos, no habían adherido a la Comunal.
En esa dirección, creó la figura del Jefe de Estación de Policía Departamental de Seguridad, cuya jurisdicción territorial se corresponderá con la del municipio.
En tanto, las restantes 77 comunas seguirán funcionando con la Policía de Seguridad Comunal, que no obstante aparecerá empoderada con los cambios.
La piedra medular de la reforma, más allá de los cambios de denominaciones, radica en la subordinación de todas las fuerzas policiales creadas en los últimos años al mando unificado de las policías departamentales y de seguridad comunal.
Esto significa que la Policía Local, el Comando de Patrullas, la Policía de Seguridad Rural y las comisarías de la mujer responderán a una única voz dentro del distrito, más allá de mantener sus estructuras orgánicas internas.
Pero uno de los cambios más importantes aparece marcando un hito en el terreno político. La nueva reglamentación invita a los intendentes a participar de la organización de la fuerza, mediante un “Convenio de Cooperación para el Fortalecimiento del Sistema Provincial de Seguridad Pública”.
Los intendentes que suscriban a ese documento (que establecerá cómo se repartirán los gastos de la fuerza, pero también su distribución geográfica) tendrán la posibilidad de proponer al jefe de la policía de su distrito. No obstante, la última palabra seguirá siendo de Berni, quien hará el escaneo pertinente de cada propuesta para evitar que le metan un caballo de Troya.
A través de este mecanismo, los jefes comunales podrán poner a un hombre propio a dirigir y controlar a todos los policías que trabajen en su territorio, algo que actualmente, por la dispersión de fuerzas, estaba lejos de suceder.
Además, los alcaldes deberán trazar su propio plan de seguridad y participarán de una Mesa de Coordinación Local, que también estará integrada por representantes policiales y de la cartera que conduce Berni, y que definirá los lineamientos de las políticas de prevención en el distrito.
Así, con la eliminación de las jefaturas departamentales, la intención del ministro bonaerense fue también quitar interlocutores entre él y los alcaldes, que ahora solo tendrán al jefe de la policía local y al jefe de la Bonaerense en el medio.
Lo que está haciendo Berni, es ampliar su ojo vigilante, comprometiendo a los intendentes a brindar su ayuda en el trabajo de campo. Con ello, tendrá más controlado el escenario.
En su momento, Carlos Ruckauf intentó con Aldo Rico, algo similar para domar a la denominada "Maldita bonaerense". Pero aquel coronel protagonistra de los traumáticos momentos de la Semana Santa de Alfonsín, aunque venía de la disciplina militar, no tenía los conocimientos en materia de Seguridad que Berni, que hasta interactuó con la propia INTERPOL en la lucha contra el narcotráfico y atrapó a narcoa importantes como "Mi Sangre".
La Bonaerense es un verdadero ejército. Posee 94 mil efectivos. Tal vez sea la fuerza más poderosa de la Argentina. Según datos oficiales, hoy hay 30 mil sumarios abiertos y unos 12.000 policías ya fueron separados de sus cargos.
La mayoría fueron acusados por el gobierno de Maria Eugenia Vidal de abusos de autoridad, extorsión, amenazas, castigos ilegales, asociación ilícita, participación en delitos, malversación de fondos públicos y violencia familiar.
Durante el gobierno de Cambiemos, hubo un hecho emblemático para la fuerza. Fue el tiroteo con los federales en la Shell de Acceso Sudeste y Nicaragua. Allí se revivió lo peor de los últimos 23 años para ambas fuerzas.
Duhalde los subestimó. Ruckauf los preservó. Arslanian los denunció. Felipe Solá los removió. Muchos tuvieron que rendir cuentas en la Justicia.
Deshonraron el uniforme y a los ciudadanos. Algunos renunciaron por “motivos personales”. Cientos fueron desplazados por Scioli y hasta por Vidal. Pero los malditos policías ahí están, siempre listos para actuar. Ahora es la hora del súper Berni. ¿ Podrá con ellos o los malos seguirán dominando el escenario?. Esta es una historia que muchos han escrito con la esperanza de que algún día todo cambie y los policías se pongan del lado de los buenos, pero por ahora el final sigue abierto.
En la rosca de la política bonaerense, algunos ya se animan a decirle “Gobernador”.¿Se puede asociar el estilo de conducción de Berni con sus aspiraciones electorales?. Quizá sea apresurada tal vinculación, pero por el trabajo de campo que se le observa, no pareciera equivocada.
*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información, graduado en la UNLP y analista político. Para consultar su blogs, dirigirse al sitio: Jorge Joury De Tapas.