Terapia por Roberto Zarlenga

En medio de la austera noche de la cama del hospital sentís como por los pasillos se deslizan los trabajadores y trabajadoras. Chirridos que anuncian pedidos de pacientes como uno con sus cuerpos desconcertados por sueños que no sabes de donde vienen estas sensaciones.

Alguna voz susurrada rie desde lejos mientras la acompañan ruidos metálicos de instrumentos que se abren paso en un concierto que no si te acompañan en la soledad de tu cubículo o son tan solo ruido para saber que estas entre vivos.

En  medio de todo esta uno y su gran máquina de sentir, recordar, toser y extrañas dificultades de aprender que muchas voces dialogan en tu pecho ruidoso que son calmadas por jarabes que uno espera por un poco de silencio espectral.

La enfermera te calma con sus palabras mágicas y oportunas,  químicas de blíster, jarabes inyectables. Es  gentil su aparición.

No sé...

 Es tan lindo escuchar una voz amable en medio de esta puerta onírica real de tu fresca habitación.

Esta no es tu cama,  ni tu casa. La pequeña mesa del lado derecho te giña un ojo entreabierto y recuerda objetos de tu conocimiento, mientras que la otra más larga desparrama medicamentos agua, vasos, libros que se pone difíciles leer..

-Pucha tengo que cambiar los lentes.

Esta no es tu casa, sin embargo soñaba que estaba en mi patio, ya voy ver el gallinero. El galpón, los perros locos, contestos por comer, vos asomándose recordado, no tomes frio che.

Pero el hada de blanco te toma del brazo y te desliza una jeringa con un trasparente brebaje al son de tranquilo Roberto, tranquilo, es para su dolor.

Mi dolor?

Si se estaba quejando y ya era hora, contesta muy expeditiva como lo hace José cuando me arregla el auto y  yo no digo ni mu ..

Gracias José respondo en entresueños.

No Belén soy Roberto me contesta la enfermera.

Me rio y regreso a la realidad un momento.

Son la 5hs.

Mi cabeza galopa, no tengo por qué correr a preparar redacción del programa pues ya lo hacen otros, estoy fuera de juego en eso. 

No estoy fuera del juego en este desafío inesperado que un catarro me arranque importunamente casi toda mi respiración de mi cuerpo.

Así son las cosas todavía resuenan absurdas peleas mediáticas leídas o contadas por el pequeño tv de una campaña política.

Hay estoy recuperando el sentido de que tiempo hay afuera de esta pieza.

Durará mucho me pregunto.

El ruido de los pasillos o la campaña.

No sé si quiero regresar a analizar tantas palabras gestos competencias en pos de conmover a los que tienen que votar.

Muchos están como yo en terapia tratando de sentir este preciado regalo que es poder respirar y sentir tu lugar familiar que es mas de ensueño que real tal vez, pero huele a vos y no a pulcro y desinfectado ambiente.

Pero somos muchos los que no podemos descansar.

Somos ladradores de noticias para ver que existen en nuestro mundo.

Si hicieron algo los reconocemos y sino y lo compartimos.

Hay un pueblo que trata de salir de terapia,  me resuena un comentario.

Las enfermeras no van con un parlante para avisar que van a curarte mejor.

Solo te curan, te acarician y protegen y luego quedas vos con tú natural y única realidad de estar con vos solo.

No es necesario gritar tanto, no ser amables con los que convivimos tratando de mejorar nuestra vida está en la naturaleza de los hombre.

Si no te haces ver no existís?

No como las enfermeras, ellas si existen porque te atienden silenciosas y efectivamente en medio de esta noche que se vuelve sueños en esta cama grande con tantos en terapia y ni nos damos cuenta.

Cuídame pero sin tanta farándula.

El que esta y te recuerda es porque le interesaste.

El resto es ruido.

Qué bueno puedo descansar un poco más.