La editorial de Esteban Tancoff, licenciado en psicología en exclusiva para AgenhoyRadio. Augusto Timoteo Vandor fue el sindicalista que acuño la frase peronismo sin Perón, pero fue la ley inmutable de la biología la que lo realizo de una manera contundente.

Hay un tiempo en que los lideres pueden transform    ar las instituciones injustas y otro tiempo, cuando los lideres desaparecen y surgen quienes ideologizan y estratifican aquello que debería ser dinámico, pues no han podido heredar la creatividad viva del pasado. Solo quedan palabras sin sujeto, intentos de vuelo de altura, teoría; praxis; igualdad; justicia... no son nada solo sustantivos para gente joven, para marginados, clérigos o sociólogos.

Duros tiempos para Argentina, divididos por dos fantasmas, el del peronismo y el del anti- peronismo. Los fantasmas no existen, todos lo sabemos desde cuando dejamos de ser niños, aunque algunos los conservan en alucinaciones paranoicas difíciles de curar. Malos maestros responsables de la “formación” de jóvenes bajo la consigna “sin dinero no se puede hacer política” o “transar la venta de órganos en el libre mercado”. Realismo y voluntad de poder, que arraso con un mundo ingenuo instalando el cinismo como cultura permanente.

La competencia política es puro palabrerío, un murmullo que no enamora, palabras como educación, restringida al mundo tecnológico o como pobreza restringida al ingreso per cápita y nombrada cada vez menos para hacerla desaparecer. El saber es poder se ha transformado en poder es saber, sin poder la educación es un mito o una excusa, los jóvenes viven con el riesgo de aprender para el vacío.

La política es lo que hay, las condiciones morales u operativas no han desaparecido de la Nación, aunque las condiciones previas a la Revolución de Mayo se han reinstalado y los espacios de funcionarios en la gestión pública han vuelto a ser ocupados por los virreyes y sus allegados. La población se ha transformado nuevamente en sus vasallos.

Sin dramatismos debemos reconstruir una comunidad con la menor porción de cinismo posible. Vale la pena recordar aquel discurso de Sarmiento sobre la acción política como meterse en el barro. Bienvenido sea el barro si de allí proviene el adobe necesario para construir una comunidad cercana a nuestros sueños.