El sector gremial y empresario están esperando del Gobierno un plan de coyuntura, que también involucre lo que se va a hacer el día después para comenzar la reconstrucción de la economía, ya que todo puede ser peor aún.

Uno de los escenarios preocupantes lo trazó el Observatorio Social de la CTA Autónoma, que repasó los 4 años de gestión Cambiemos, y su efecto cascada que arrasó 246.000 puestos de trabajo. El revisionismo de lo ocurrido importa para hacer una radiografía del presente y futuro. Más aún cuando la OIT percibe como saldo de la pandemia  la pérdida de 340 mil empleos en la Argentina.

Luis Campos, coordinador del Observatorio de la CTA sacó como conclusión que "la creación de empleo formal en el sector privado venía estancada desde 2012. A partir de 2016 entró en un proceso de destrucción neta". Y remarcó diferencias entre la presidencia de Mauricio Macri y el 2012/2015: el empleo público dejó de sostener al mercado de trabajo y apenas aumentó al ritmo del crecimiento vegetativo de la población. En 4 años se sumaron a la administración pública 119.000 trabajadores, menos del 1% anual", describió.

Hay otro dato a tener en cuenta. El aumento de ocupados entre 2016 y 2019, casi un millón de puestos, se explica por el crecimiento del trabajo por cuenta propia y asalariados no registrados, señaló el estudio.

Para la CTA autónoma el retroceso de condiciones favorables para los trabajadores no mermó los niveles de resistencia de asalariados. "Desde las cinco huelgas generales hasta otras miles de acciones más descentralizadas. El ciclo de mayor resistencia contra las políticas oficiales se inicia a fines de 2017, con las movilizaciones contra las reformas previsionales y laborales y llega a sus máximos a mediados de 2018 por el acuerdo con el FMI.

El analista de la CTAA evaluó que "la acción colectiva funcionó como límite a las políticas de ajuste". En efecto, la negociación paritaria también fue una herramienta de resistencia institucional. Los acuerdos salariales fueron tardíos en insuficientes, pero sirvieron para impedir un ajuste aún mayor sobre los ingresos de los trabajadores. Otra de las conclusiones del documento es que entre 2016 y 2019 proliferaron mecanismos para sostener la negociación colectiva: cláusulas gatillo, de revisión, acortamiento de plazos. "Más que debilitarse, la negociación colectiva funcionó con una intensidad muy importante", expresó Campos.

También se hace hincapié en que las reformas institucionales impulsadas por Cambiemos avanzaron poco y nada. Solo la reforma jubilatoria, que tuvo un efecto importante, y una reducción de aportes patronales. La reforma laboral quedó limitada a varios proyectos que ni llegaron a discutirse en el Congreso.

La flexibilización por vía de la negociación laboral tampoco avanzó más de lo que lo venía haciendo, más allá de algunos casos paradigmáticos como el acuerdo con los trabajadores petroleros en Vaca Muerta.