Por los efectos del parate en la producción y el consumo, la industria textil se encuentra entre los sectores más golpeados por la pandemia.
En esa dirección, los indicadores de marzo dan cuenta de una caída en la producción del 29,6%, un derrumbe que se profundizaría en abril.
Según el INDEC, en el tercer mes del año el uso de la capacidad instalada en ese segmento fue del 28,7% (había sido 49,8%), el nivel más bajo desde 2002. En el sector estiman que ese número podría haber caído al 10% durante el mes pasado.
Según un informe de IES Consultores, en el primer trimestre la fabricación de productos textiles se contrajo un 14,9%, mientras que las prendas de vestir tuvieron una merma mayor, llegando al 22,1%. De hecho, tal como remarcó el estudio, en marzo las ventas del sector de indumentaria y el rubro blanco (ropa de mesa, cama y baño) se derrumbaron un 65,1%.
De cara al futuro, las perspectivas no parecen muy alentadoras. “Hacia adelante, el sector se encuentra condicionado por la cantidad de empresas que logren sobrellevar la cuarentena”, vaticinó Alejandro Ovando, director de la consultora.
La CGT reclamó al FMI más respaldo para alcanzar un acuerdo con acreedores por la deuda.
“La industria textil, de confección de prendas de vestir, de ropa, calzado, de productos en general, entró en crisis. Es por el tema puntual de la pandemia y por el stock de problemas que veníamos arrastrando. A partir del 20 de marzo cesó nuestra actividad productiva y comercial y, automáticamente, empezó a romperse la cadena de pagos”, explicó Jorge Sorabilla, vicepresidente de la Fundación Pro Tejer y miembro del comité ejecutivo de la UIA.
Sorabilla señaló también que la pandemia llegó para frenar un sendero de lenta recuperación, luego de más de dos años de caída de la actividad: “Diciembre de 2019 fue mejor que en 2018. Enero y febrero empezaron a ser buenos meses en nivel interanual.
Se iba a recuperando. Pero en marzo, el primer mes fuerte que se iba a testear del mercado, ocurrió esto.
Los primeros 19 días venían excelentes, el nivel de actividad comercial estaba muy bien. Pero el 20 se nos vino el mundo en la cabeza. Es como si hubiéramos estando acelerando por llegar a 100 kilómetros y tuviéramos que frenar de golpe”.
En ese sentido, el especialista aseguró que, si el uso de la capacidad instalada en marzo fue del 28,7%, “en abril debe haber sido del 10%”.
En un escenario tan complicado, Sorabilla destacó la ayuda del Gobierno. “La ayuda llegó. Aunque para muchas empresas llegó después del quinto día hábil, fue un alivio importante. Si no fuera por la ayuda del Gobierno, habría habido una cesación de pagos generalizada.
Las ayudas del Gobierno son fundamentales, tanto desde el punto de vista del ATP como el diferimiento y la postergación de pago de tributos. Los créditos, sobre todo cuando son al 24%, son fundamentales para las empresas y son necesarios”.
La reactivación del sector depende del consumo. “El área del AMBA se lleva el 66% del consumo. Todo depende de los tiempos en que se pueda resolver la situación con el virus, y eso viene complicado.
Pero, llegado el caso, cuando se pueda normalizar la circulación de las personas, creo que entre tres y seis meses se podría regularizar el consumo”, concluyó Sorabilla.