Entre pestes que pican cerca y obligan a febriles reuniones de gabinete y tensas negociaciones por la deuda, al entrar en los primeros cien días de gobierno, Alberto Fernández acumula cinco frentes abiertos que ponen en estado de tensión a su gobierno.
El campo es el más desafiante por estas horas. La Iglesia, jueces, bonistas y empresarios también dan el presente en la lista de contrincantes. Todos tienen un destino incierto y algunos de ellos prometen dejar sus huellas marcadas en la epidermis de la gestión presidencial. Para el Gobierno, cada uno de los conflictos tiene una doble interpretación.
Desde el punto de vista comunicacional, tal como ya lo hizo el kirchnerismo, ayuda para la construcción de un relato y mantener la cohesión de su núcleo. Especialmente se da en la puja con los sectores agrarios, quienes aún tienen clavada la espina de la 125. El Gobierno culpará a los siempre díscolos terratenientes. Sin embargo, habrá que extremar cuidados, ya que la experiencia también demostró que un enfrentamiento que se prolonga en el tiempo termina desgastando más de lo que reditúa políticamente.
A diferencia de lo que ocurrió durante el kirchnerísmo, Alberto buscó evitar que el conflicto llegase a las rutas: “Aprendí de la 125, no cometo dos veces el mismo error”, expresó el Presidente. Esta vez el jefe de Estado agotó el diálogo con los líderes de las agrupaciones. Incluso, el anuncio de la suba de retenciones no lo hizo durante el discurso ante la Asamblea Legislativa, como se especuló en un primer momento. El Presidente fue cauto y lo postergó unos días, luego de que el ministro de Agricultura recibiera a la Mesa de Enlace.
Pero de todas formas, ante presiones del ala más dura del kirchnerismo, fue el propio AF el que avivó el fuego: “Los autoconvocados deberían tener la honestidad de decir que son opositores”.
En lo que tiene que ver con la Iglesia, el mensaje de los obispos de las últimas horas fue contundente: No hay negociación posible por la legalización del aborto. “Millones de argentinos tienen la profunda convicción de que hay vida desde la concepción”. Esa fue la frase que impactó en la Casa Rosada como un misil. En su homilía en Luján, monseñor Oscar Ojea disparó que apoyan “una educación sexual verdaderamente integral” en el marco de “la ley actual”. No obstante, también expresó su respaldo a “todas las políticas sociales de atención a la mujer embarazada”, sobre todo “en situaciones de conflicto y de extrema vulnerabilidad”. Pero lo que quedó en claro, es que la vida no se negocia.
En las próximas semanas se espera que tanto la Iglesia Católica como las diferentes expresiones Evangelistas impulsen movilizaciones en rechazo del proyecto. El 22 habrá una nueva jornada de oración a nivel nacional y ya hay previsto algún acto frente al Congreso cuando se lleve el debate del proyecto de ley que promueve el Presidente.
No hay otra forma de leer, que este es el puntapié inicial del Episcopado a la estrategia para dilatar los plazos del debate y presionar a los legisladores en cada provincia para que rechacen la iniciativa.
Alberto Fernández intentó bajar el tono. Primero lo hizo desde las propuestas. Señaló que junto a la legalización se debatirá el proyecto “mil días”, con el que se busca dar contención a madres de sectores vulnerables durante el embarazo, el nacimiento y el puerperio (un plan con el visto bueno de la Iglesia). No obstante, con las primeras bengalas que partieron de la multitudinaria homilía en Luján, los religiosos buscan esquivar la lógica de la negociación. Sin embargo, la estrategia del oficialismo es que el debate sea lo más veloz posible para evitar que el conflicto termine en un palo a palo.
Otro de los frentes de alto voltaje para AF, brota desde el plano económico con la negociación de la deuda. En esa dirección, hay dos frentes abiertos en los que el enfrentamiento puede redituar desde lo simbólico, pero puede complicar seriamente la ya pronunciada crisis. La negociación con los bonistas es hoy la principal preocupación del Gobierno.
Y con los empresarios, la bronca del Presidente va en ascenso. AF salió con los tapones de punta por la suba de precios en alimentos, que sigue licuando los sueldos de los argentinos. Y por si algo faltaba, la pelea con el Poder Judicial empezó a calentar el ambiente por la modificación del régimen de jubilaciones, Pero aquí no termina la historia, ya que promete seguir con los proyectos de reforma judicial que enviará el Gobierno en las próximas semanas y que despiertan escozor en la piel de Comodoro Py. Es un punto conflictivo, donde la oposición teme que detrás de todas las movidas haya un intento de desactivar las causas abiertas contra el kirchnerismo. “Yo sé cómo funciona la Justicia, y lo único que estoy intentando es mejorarla”, retrucó el Presidente.
Otro tema que aparece en el escenario, es el fenómeno astrológico de los dos Alberto. Los dirigentes de la oposición olfatean que el Presidente acomoda el discurso a conveniencia de cada situación y muestra dos caras.
Todavía no saben a ciencia cierta con cuál de ellos van a tener que lidiar. Un día los cautiva el Alberto que les habla de consenso, que les resuelve pequeños problemas pendientes y que recuerda con cariño a Raúl Alfonsín en el Congreso. Pero al otro día se les aparece el Alberto de las pesadillas. El que victimiza a Milagro sala en un video y deja crecer el fantasma de la intervención judicial en Jujuy que empuja todo el kirchnerismo. Los dirigentes de otras corrientes polìticas un día se van a dormir con el Alberto que compite con Cristina y se despiertan con otro que luce sonriente y abrazado a la vicepresidenta.
Lentamente, la oposición ha comenzado a desperezarse. El primer paso fue no haberle dado quórum al oficialismo cuando votaron los límites a las jubilaciones de privilegio de jueces y diplomáticos. Si bien es cierto que pagaron el costo de aparecer apoyando un beneficio que genera enojo en el resto de la sociedad, pusieron al descubierto la maniobra de forzar el voto sorpresa de Daniel Scioli, quien ya oficiaba de embajador en Brasilia. El episodio recordó al diputrucho con el que el peronismo aprobó la privatización de Gas del Estado en los ’90 y puso a Alberto en un lugar en el que prefiere no estar.
El conflicto que tiene a Milagro Sala como protagonista es más complicado. El jueves pasado, el gobernador Gerardo Morales encabezó una marcha bastante nutrida en San Salvador para mostrarle al Gobierno nacional que no está dispuesto a ceder ni a darle un indulto a la activista jujeña. Esa es la propuesta que creyó recibir de su último encuentro con el Presidente, a quien le ratificó en el rústico argot provinciano que a veces utiliza su negativa a modificar el estatus de presa domiciliaria que tiene Sala después de las condenas judiciales.
Por lo que se observa, tampoco hubo ni habrá anuncios económicos de alto impacto hasta que el ministro Guzmán concrete algún acuerdo con los bonistas. Es la primera vez que el peronismo no cuenta con recursos para repartir . El día a día albertista se calcula en base a cuánto dinero se dispone para gestionar. Muy cerca de él creen que la negociación con los acreedores será ardua pero que llegará a buen puerto, aunque no descartan en el medio algún default selectivo.
En fuentes del gobierno se considera fundamental llegar a un acuerdo lo antes posible para despejar la incertidumbre y consolidar una “incipiente recuperación” que muestran algunos números que circulan en despachos oficiales.
Si bien es cierto que la inflación de febrero estaría por debajo del 2%, lo cual es una buena señal, la actividad económica no repunta y lo mismo ocurre con la recaudación. En esta suerte de carrera contra reloj, hay un dato que preocupa particularmente al Gobierno: han circulado informes reservados en los que se señala que más de una empresa estaría esperando al vencimiento del período de 180 días en el que rige la doble indemnización por despido para recortar la cantidad de empleados. Esa fecha es el próximo 10 de junio. La moneda está en el aire.
*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información, graduado en la UNLP y analista político. Para consultar su blogs, dirigirse al sitio: Jorge Joury De Tapas.