Uno de los principales dilemas del Coronavirus es por qué los niños no son, como se creía en un comienzo, supercontagiadores de COVID-19.

Tampoco transitan la enfermedad del mismo modo que los adultos, ni llegan a desarrollar efectos tan intensos como los mayores. Incluso, pueden dar negativo a los testeos aún cuando sean portadores.

Una de las explicaciones se encuentra en la respuesta innata del sistema inmune. Con este sistema de defensa se nace y permite proteger al cuerpo de las infecciones. Es la primera línea de respuesta del cuerpo ante un patógeno.

“Es posible que en el caso de los niños sea más eficaz y rápida la respuesta". Así lo explica Jesús Rodríguez Baño, investigador de la Universidad de Sevilla.

En esa misma línea , la inmunóloga de la Universidad de Columbia Donna Farber, dice que “los niños están muy adaptados para responder. Y muy bien equipados para hacerlo con nuevos virus. Incluso cuando están infectados con SARS-CoV-2, es más probable que experimenten una enfermedad leve o asintomática”.

Según un estudio de la misma Universidad, el rango etario influiría en la cantidad de anticuerpos que se generan en respuesta a la infección. El sistema inmune de los menores detecta el patógeno. Produce una “respuesta inmune rápida y efectiva que lo apaga, antes de replicarse hasta el punto de que dé positivo en el hisopado”. Así lo explicó Melanie Neeland, inmunóloga del Murdoch Children’s Research Institute, Australia.

La rápida y eficaz respuesta del recién estrenado sistema inmune de los pequeños evita la replicación del virus. Puede explicar así por qué muchos de ellos dan negativo en la prueba PCR.

Mientras, hay pruebas de que cuando los niños están expuestos al virus, reciben una dosis menor que los adultos, porque sus narices contienen menos receptores ACE2. Son los que el virus usa para acceder a las células. Esto también podría explicar por qué COVID-19 es menos frecuente en niños que en adultos, dicen los investigadores de la Universidad de Columbia.