Lo que vamos a intentar es hilvanar la historia secreta de Sergio Berni, el ministro de Seguridad bonaerense, que reniega de todos los protocolos y cuando puede anda descalzo por su despacho.
"Da energía positiva", le dice a sus colaboradores. Además, es capaz de plantarse a defender sus estrategias operativas, frente a cualquiera de sus pares, como lo demostró durante la pulseada que mantuvo con la ministra nacional Sabina Frederic. Y donde tuvieron que intervenir Alberto Fernández y el propio gobernador Axel Kicillof, para calmar las aguas y evitar que la sangre llegue al río.
Hoy en la lucha contra el coronavirus, Berni se ha convertido en una suerte de "barbijo político" de Kicillof. El hombre que le pone el pecho al más grande de los desafíos: mantener al conurbano profundo en orden y que se respete el aislamiento, aún en los barrios más indigentes.
Este hombre de contextura fornida, nació el 3 de febrero de 1962 en Capilla del Señor, una pequeña localidad próxima a Pilar. Esta casado con Agustina Propato y tiene tiene un hijo de cuatro años, de nombre Juan y del que dicen "son sus ojos". Es médico cirujano, teniente coronel del Ejército, especialista en táctica y estrategia, paracaidista, buzo táctico, alpinista, hincha de Boca Juniors e instructor de karate, reconocido a nivel mundial.
Desde hace años ganó chapa en los medios por intervenir en los conflictos sociales más álgidos. Lo apodan “El Loco”.
"ES UNA MAQUINA DE TRABAJAR"
Sus colaboradores más directos sostienen que es imposible seguir su ritmo. "Es una máquina de trabajar, su día tiene más de 24 horas y está adiestrado para todo".
En tiempos normales, se levanta a las 5 y sale a correr dos horas. Ahora en medio del aislamiento es respetuoso de él, pero se hizo armar un gimnasio en su bunker de trabajo, para no perder el ritmo. Allí practica dos horas por día, "para mantenerme ágil y salir un poco de las preocupaciones".
En la última semana se subió a un ómnibus especialmente montado y salió a recorrer por la Provincia unos 2.600 km por los pueblos. Ahí fue tomando contacto con los intendentes bonaerenses de todos los colores políticos, para saber como está la seguridad en cada lugar y acercar soluciones.
Hoy por hoy, es el funcionario que más le suma al gobernador y con el que la opinión pública se encandila y lo ve como "un Superhombre".Comentan que siempre fue muy visceral. Cuando era joven y le llegaba el tiempo de tomarse vacaciones, viajaba a países en conflicto para vivir el peligro de cerca. Y hasta practicó cirugía de guerra en Somalía, exponiendo su vida de manera constante".
CONSERVA LA DISCIPLINA MILITAR
A Berni no le resulta un peso su raigambre militar, todo lo contrario. Todavía conserva las costumbres del Ejército: como dijimos, se levanta al alba, y a las 8 de la mañana ya tiene planificado todo su día. Termina a la medianoche, y suele recorrer las villas durante la madrugada. A veces también salea a timonear un helicóptero por las zonas más calientes del Gran Buenos Aires.
Berni genera además, una fuente de atracción de los reflectores de la opinión pública. Es didáctico y golpea justo. Nunca toca de oído. No tutea. Sabe escuchar y es el funcionario hoy por hoy, más preparado para enfrentar al periodismo más punzante. Cada vez que habla con los medios, siempre se encarga de dejar títulos, porque entiende que ello depende su supervivencia mediática. Paradójicamente, hace honor a su función y da seguridad cuando habla. Además, es un especialista en hacer llegar a todos los públicos, la información precisa y fresca que maneja.
Las cualidades de Berni, el hombre que tiene que lidiar con la que muchos llamaron la "maldita policía" y que representa el ejercito de hombres más indomable de la Argentina, son reconocidas por el propio gobernador, que siempre escucha sus consejos. Revelan que Kicillof, le suele caer de sorpresa por lo menos tres veces a la semana a su cuartel general de logística, para observar las últimas estadísticas. Le reconoce además que "es sincero, siempre va de frente y no tiene filtro cuando tiene que decir las cosas.
DE ALPARGATAS EN EL DESPACHO DE CRISTINA
Berni es muy celoso de su trabajo y nunca está descuidado. Le dará a Kicillof la última novedad sobre el rincón más remoto del conurbano, que también suele recorrer los fines de semana a bordo de su moto moto BMW R1200 para controlar los operativos que se despliegan en esa zona sensible a la que mira con una lupa. "Está al tanto de cada detalle, porque todo el espectro de seguridad le reporta y además tiemblan cuando los llama para preguntar alguna cuestión operativa muy puntual", dijo uno de sus colaboradores más directos.
Cuentan que hace poco sorprendió a Kicillof cuando le señaló que "las estadísticas marcan que en más de tres semanas de cuarentena, tenemos un 70% menos de robos violentos". No obstante, le comunicó que le preocupan los casos de violencia de género que aumentan día a día, principalmente en las zonas más pobres, por el hacinamiento y la falta de changas.
Algunos recuerdan que Berni llegó a presentarse en Alpargatas en el despacho de Cristina Kirchner, con su pañuelo de seda color verde anudado al cuello, una moda de sus tiempos de militar que no abandona hasta cuando va a un estudio de televisión. Rara vez usa traje, a menos que el protocolo lo obligue. Políticamente, Sergio Alejandro Berni se autodefine como un soldado del kirchnerismo. “Soy consciente de que me estoy inmolando, pero yo voy donde me diga Cristina”, suele reconocer entre sus íntimos.
Se asegura que fue precisamente la ex presidente quien le pidió serle fiel al gobernador Kicillof y que le haga de paraguas frente a las adversidades que puedan venir desde el área de seguridad. Sobre todo, a la ex presidenta le preocupa los efectos de la crisis en el conurbano, donde ella tiene su fuerte caudal político.
UNA LARGA RELACION CON LOS KIRCHNER
Cuentan que justo cuando les había confesado a sus más allegados que a los 50 años quería empezar a retirarse, recibió la orden presidencial y fue designado al frente de la Secretaría de Seguridad. Hay quienes sostienen que aquella vez fue una jugada de Cristina para acotar los movimientos de la ministra Nilda Garré. Y como buen soldado, Berni acata las órdenes y las cumple a rajatabla.
Había sido elegido senador bonaerense y ubicado como vicepresidente primero del Senado, pero dejó todo de lado para ocupar su cargo actual. En su historia personal figura que en el 2003, cuando Berni desembarcó junto a Alicia Kirchner en el Ministerio de Desarrollo Social –donde estuvo hasta el 2011–, ya traía en sus maletas más de una década de relación con los Kirchner.
Los conoció en 1989, en Santa Cruz. Había sido designado por el Ejército en Rospentek, una localidad inhóspita del departamento de Güer Aike, al sur de ese territorio. Néstor Kirchner por entonces era intendente de Río Gallegos y Cristina diputada provincial. A Berni siempre le encandilaban los discursos de Cristina. Solía escapar de la unidad militar para escucharlos. Cuando había completado su residencia de médico cirujano en el Hospital Militar, luego fue trasladado al Sur.
En su extenso peregrinar, estuvo al frente de las inundaciones en Tartagal, Salta, en el 2009. También durante el temporal de granizo en Rosario, en el 2006. Fue el interlocutor de la toma del Parque Indoamericano, en Villa Lugano, en diciembre del 2010, y negoció cara a cara con Los Dragones, los sindicalistas de la construcción que tomaron el Cerro Dragón.
SU CONSAGRACION EN LA MATANZA FRENTE A MOYANO
Su consagración fue una noche en la destilería de YPF en La Matanza. Allí hizo valer su estrategia militar, cuando montó un operativo de distracción frente a cientos de choferes que impedían la salida de camiones con combustible. Aquella vez, con sagacidad concentró la atención de los manifestantes en una de las salidas del predio, mientras sacaba los camiones por una puerta lateral.
Fue la ruptura final del Gobierno con Hugo Moyano. “¡Cómo se la comieron, eh!”, disparó Berni aquella vez frente a los periodistas.
En el círculo K, todos coinciden en que es uno de los pocos que tiene diálogo directo con Cristina y goza de su confianza absoluta. Los funcionarios que lo frecuentan aseguran que es capaz de correr a manifestantes de una ruta por la fuerza sin pedir permiso, pero sin caer en la represión violenta, a la que detesta.
Hace poco, hizo relevar a unos policías que actuaron de manera inconsulta y reprimieron a obreros frente a una fábrica en Quilmes. “Si a esta altura no sé lo que tengo que hacer, me tengo que ir”, suele decir Berni entre sus colaboradores.
Ese el 2003, Berni invirtió en 19 hectáreas en Lima, en la localidad de Zárate, que finalmente escrituró en el 2005. Allí construyó una modesta casa de campo a la que llamó “La Milagrosa”. Según su declaración jurada, posee además dos departamentos en la Ciudad de Buenos Aires y campos en Santa Cruz. En El Chaltén construyó con sus propias manos un complejo de cabañas que aún administra.
Comparte con su única hermana la sociedad Logística Integral Río Turbio SA y tiene el 80% de las acciones.
A sus íntimos les confiesa sin empacho: "Los mejores 20 años de mi vida se los regalé al kirchnerismo”. Hoy, este general de Kicillof, duerme con un ojo cerrado y el otro mirando a la Provincia.