Por más que la mona se vista de seda… Traducido: Emilio Monzó, Nicolás Massot, Daniel Lipovetzky y alrededores fueron tan macristas como Mauricio Macri, con respectivas cuotas de responsabilidad en la destrucción perpetrada en Argentina.

Los radicales M oficiaron de pasivos colaboracionistas. Los navegantes de una suerte de política pulcra, tipo Martín Lousteau, también formaron parte del esquema exclusivo y excluyente. Los “peronistas” que lucieron la camiseta de Cambiemos, de igual forma eligieron ser garantes del país hipotecado. Quien quiera oir, que oiga.

Cuando se habla de macristas “moderados” suena al menos raro. En este espacio virtual hasta incluyen a Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal, Rogelio Frigerio y Cristian Ritondo como una suerte de dirigentes sojuzgados por Macri que se vieron obligados a seguir sus órdenes cuan obediencia debida. La corriente periodística vendida al poder que se va aún es capaz de sostener estas ideas, en tanto que la corriente periodística del odio eterno lo seguirá haciendo con placer.

La fila de dirigentes que contribuyeron al desastre de hoy cuidando modos y detalles siente que en Argentina “todo pasa” (Julio Grondona) y que es posible una metamorfosis sanadora que los ubique lejos del barro e incluso con proyección y alternativa de estar cerca del peronismo, pero como una especie de opción para la particular clase media.

Mientras tanto algunos coquetean con el Frente de Todos, saben que bien podrían conseguir una visa que los habilitase para acomodarse en algún lugar del poder. Es “de Todos” ¿Por qué no?

La amplitud, los vaivenes de la política, la Argentina que registra muchas páginas de jugadores que van y que vienen, que escriben con la izquierda y pegan con la derecha; quienes enarbolaron la bandera de la #PobrezaCero y ya se anotaron para luchar contra la pobreza; quienes aplaudieron a Macri y ahora buscan salir en los medios para hacer “autocrítica” y diferenciarse.

Acá no paso nada, señores… Apuestan a la memoria frágil, al que “es momento de terminar con la grieta y unirnos”, a que hasta las complicidades prescriben. Y la nave va.

Alejandro Delgado Morales.